Murió Ezequiel Ferreyra, un niño de seis años sometido junto a su familia a trabajo esclavo en condiciones de alta toxicidad en una granja avícola de Pilar, provincia de Buenos Aires. La exposición a los agroquímicos le habría provocado el tumor fatal en el cerebro. Podría haberse evitado pero ¿quién y cómo debió hacerlo?
Justamente ayer, funcionarios y profesionales de la Salud se hicieron preguntas como esa en las Primeras Jornadas de Salud Ambiental Metropolitanas de Buenos Aires. Lamentablemente el caso de Ezequiel no es el único porque el problema trasciende el área de Salud a nivel paliativo, pero no deslinda la responsabilidad en el nivel preventivo.
El caso de Ezequiel conmociona no solo por la vulnerabilidad socio-ambiental que padeció con su familia sino por la impunidad con que se movió la empresa “Nuestra Huella” a pesar de que fue denunciada públicamente en 2008.
En ese sentido, en las jornadas realizadas en el Palacio de la Legislatura Porteña resonaron quejas como “el trabajador de la Salud recoge víctimas de la contaminación” y “desde nuestro rol técnico solo no alcanza”.
Adriana Krasinsky del Programa Nacional de Municipios Saludables invitó a “ampliar las miradas”. Así se observó que una persona enferma puede ser la punta del iceberg de degradación del ambiente que a su vez involucre necesidades básicas insatisfechas, hacinamiento, malnutrición, familias aglutinadas, desocupación o trabajo informal, violencia social o condiciones de asistencialismo clientelar.
No obstante, el doctor Mario Rovere recalcó que “la Organización Mundial de la Salud define que la salud también es determinante de otros fenómenos como por ejemplo el fracaso escolar”. En ese aspecto, los médicos, enfermeros o asistentes sociales tienen un rol clave para construir equidad, en estrecho contacto con la realidad.
En ese panorama complejo, los disertantes coincidieron que es fundamental fomentar la “articulación intersectorial” coordinada en red entre diferentes disciplinas (con psicólogos, toxicólogos, sociólogos, bioquímicos, etc.), diferentes áreas políticas (Salud, Ambiente, Desarrollo Social, Deporte, Educación, etc.), las distintas jurisdicciones (vecinas y con los gobiernos nacional y provincial) y con otros actores sociales (ONG, universidades, Defensoría del Pueblo, etc.).
¿Dónde están los recursos? Otro reclamo fue por financiamiento e información. El Director de Salud Ambiental de Vicente López, Lucio De Oto, explicó que “recursos económicos hay” pero el desafío es conseguir que los decisores políticos los asignen a estos fines. Del mismo modo, otros expertos adujeron que “datos hay muchos pero falta análisis y sobre todo difusión de esos trabajos”.
Al indagar más profundamente, encontraron que “la patología está naturalizada” o que “la conciencia del riesgo ambiental es baja”, manifestándose en los damnificados como resignación y en los funcionarios como indiferencia.
Por eso llamaron a visibilizar los problemas de salud ambiental y ponerlos en la agenda pública para obtener mayor compromiso político y social. En este aspecto , la judicialización ayudó -el caso emblemático es el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la Cuenca Matanza Riachuelo- pero aún así no es suficiente.
“Hay que darle a la población herramientas para fortalecer el capital social”, propuso Miguel Ángel Rossini, Secretario de Salud de Campana, con foco en el sentido de pertenencia, la construcción colectiva y los lazos de solidaridad.
La tarea no es fácil. Rovere recordó que la Atención Primaria de la Salud surgió en la Dictadura, “pasteurizada de los componentes estratégicos sociales”. A su vez se detuvo en el significado de las palabras y advirtió que en el imaginario social se confunde "primaria” con rudimentaria en lugar de accesible y eficiente.
Por último, incentivó a los participantes a recuperar la acepción original de “Primary Health Care”, entendida como Cuidado Esencial de la Salud, para propiciar un trabajo que supere la atención sobre la enfermedad y que los ciudadanos sean “cuidadanos” como hábito de convivencia social.
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Un encuentro para intercambiar y valorizar las experiencias en Salud Ambiental. Foto: ComAmbiental. |
El caso de Ezequiel conmociona no solo por la vulnerabilidad socio-ambiental que padeció con su familia sino por la impunidad con que se movió la empresa “Nuestra Huella” a pesar de que fue denunciada públicamente en 2008.
En ese sentido, en las jornadas realizadas en el Palacio de la Legislatura Porteña resonaron quejas como “el trabajador de la Salud recoge víctimas de la contaminación” y “desde nuestro rol técnico solo no alcanza”.
Adriana Krasinsky del Programa Nacional de Municipios Saludables invitó a “ampliar las miradas”. Así se observó que una persona enferma puede ser la punta del iceberg de degradación del ambiente que a su vez involucre necesidades básicas insatisfechas, hacinamiento, malnutrición, familias aglutinadas, desocupación o trabajo informal, violencia social o condiciones de asistencialismo clientelar.
No obstante, el doctor Mario Rovere recalcó que “la Organización Mundial de la Salud define que la salud también es determinante de otros fenómenos como por ejemplo el fracaso escolar”. En ese aspecto, los médicos, enfermeros o asistentes sociales tienen un rol clave para construir equidad, en estrecho contacto con la realidad.
En ese panorama complejo, los disertantes coincidieron que es fundamental fomentar la “articulación intersectorial” coordinada en red entre diferentes disciplinas (con psicólogos, toxicólogos, sociólogos, bioquímicos, etc.), diferentes áreas políticas (Salud, Ambiente, Desarrollo Social, Deporte, Educación, etc.), las distintas jurisdicciones (vecinas y con los gobiernos nacional y provincial) y con otros actores sociales (ONG, universidades, Defensoría del Pueblo, etc.).
¿Dónde están los recursos? Otro reclamo fue por financiamiento e información. El Director de Salud Ambiental de Vicente López, Lucio De Oto, explicó que “recursos económicos hay” pero el desafío es conseguir que los decisores políticos los asignen a estos fines. Del mismo modo, otros expertos adujeron que “datos hay muchos pero falta análisis y sobre todo difusión de esos trabajos”.
Al indagar más profundamente, encontraron que “la patología está naturalizada” o que “la conciencia del riesgo ambiental es baja”, manifestándose en los damnificados como resignación y en los funcionarios como indiferencia.
Por eso llamaron a visibilizar los problemas de salud ambiental y ponerlos en la agenda pública para obtener mayor compromiso político y social. En este aspecto , la judicialización ayudó -el caso emblemático es el fallo de la Corte Suprema de Justicia sobre la Cuenca Matanza Riachuelo- pero aún así no es suficiente.
“Hay que darle a la población herramientas para fortalecer el capital social”, propuso Miguel Ángel Rossini, Secretario de Salud de Campana, con foco en el sentido de pertenencia, la construcción colectiva y los lazos de solidaridad.
La tarea no es fácil. Rovere recordó que la Atención Primaria de la Salud surgió en la Dictadura, “pasteurizada de los componentes estratégicos sociales”. A su vez se detuvo en el significado de las palabras y advirtió que en el imaginario social se confunde "primaria” con rudimentaria en lugar de accesible y eficiente.
Por último, incentivó a los participantes a recuperar la acepción original de “Primary Health Care”, entendida como Cuidado Esencial de la Salud, para propiciar un trabajo que supere la atención sobre la enfermedad y que los ciudadanos sean “cuidadanos” como hábito de convivencia social.
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