Este jueves se produjo la noticia que conmovió al mundo. A los 95 años de edad, murió Nelson Mandela, quien pasó a la historia como el líder que terminó el apartheid en Sudáfrica. Sin embargo, desde Chaco, donde una organización social tomó su nombre como forma de denunciar contra el racismo sistemático contra los pueblos originarios, se escucha un grito de esperanza: "¡Madiba vive, no ha muerto!". A pesar de ello, en esta entrevista con ComAmbiental, el coordinador del Centro Mandela, Rolando Núñez, señala su escepticismo sobre los aprendizajes en nuestro país, en particular del gobierno argentino, que justamente acaba de nombrar como Jefe de Gabinete a Jorge Capitanich, señalado en esta nota como "el mejor y el peor gobernador del Chaco".
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El llamado del Centro Mandela en Chaco: "Madiba no murió" . |
El Centro Mandela ha logrado ganarse el reconocimiento como organización social y de derechos humanos en el Chaco. En sus años de trabajo, ha sido una referencia en la denuncia contra la continuidad de la deforestación en el Chaco, como en los nuevos modos de tala mediante artilugios legales. También ha advertido sobre la persistencia de una "Argentina desigual", mostrando cuál es el "Chaco verdadero", pues "Chaco y Formosa lideran el ranking del total del provincias que presentan los peores indicadores sociales, económicos, sanitarios y educativos del país". En este intercambio, quisimos conocer las reflexiones sobre la figura de Mandela en el contexto de nuestro país.
-¿Cuál es la importancia de la figura de Madiba?
-Es casi imposible sintetizar en palabras la importancia de Madiba. La
historia de vida y de luchas de este extraordinario ser humano difícilmente pueda
ser sintetizado por los contemporáneos. Sin embargo, aunque parezca
contradictorio, desde nuestra humilde y modesta organización de derechos humanos
siempre estuvimos persuadidos que Madiba traspasaba nuestra comprensión, como
también las de quiénes construyeron y se beneficiaron con el apartheid y hasta
de las propias víctimas, hayan luchado o no contra el régimen de opresión que
instalaron en Sudáfrica.
Las mismas dudas nos embargan en este momento, sobre
todo cuando escuchamos o leemos las condolencias y las admiraciones de dirigentes
y de representantes del mundo en el que las corporaciones funcionan y se
desenvuelven con total unilateralismo global. Como contrapartida, la importancia de la existencia y luchas de Madiba
seguramente integra y formará parte definitiva del núcleo de la conciencia
colectiva mundial para revelarse contra los poderes hegemónicos en el largo
proceso de construcción de comunidades libres, justas y equitativas. Entendimos
que esa era la esencia y el objetivo de las esperanzas de Mandela.
-¿Por qué adoptaron su nombre para el Centro de
Estudios?
-Cuando nos agrupamos para crear el Centro Mandela, en el año 1997, Chaco
presentaba indicadores
sociales, económicos, sanitarios y educativos similares a los promedios de los
países de África; por lo tanto, la referencia parecía inevitable. La parte
final de la decisión estuvo alimentada por el apartheid y la discriminación que
existía y continúa en Chaco, fundamentalmente en relación con las comunidades
indígenas, especialmente las que vivían en El Impenetrable. Esta situación motivó que el Defensor del Pueblo de la Nación iniciara un juicio -ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación- contra los gobiernos de Argentina y de Chaco.
-¿Qué sucedió con este juicio por los pueblos originarios del Chaco?
-Aún
continúa tramitándose. La causa habla del posible exterminio continuo, sistemático y
silencioso de los pueblos originarios de El Espinillo, Villa Río Bermejito,
Pampa del Indio, J.J. Castelli y Miraflores. Inmediatamente después de iniciado
el juicio, cuya base fueron los numeroso informes que realizaron los
voluntarios del Centro Mandela en esos lugares, la Corte dictó una medida
cautelar ejemplar obligando a los gobiernos denunciados por violación de los
derechos humanos a entregar regularmente a las comunidades indígenas alimentos,
agua para consumo humano y comunicación y acceso al sistema sanitario público
En definitiva, la sumatoria de los dos factores mencionados nos permitió
comprender que debíamos presentarnos ante la opinión pública bajo la
inconfundible insignia que era y que representaba
Nelson Mandela con su incansable lucha contra la pobreza, la indigencia, la
exclusión social y el apartheid.
-¿Qué enseñanza nos deja su obra para Argentina, en lo
que es la Democracia y Derechos Humanos?
-Somos escépticos respecto de los posibles aprendizajes de los argentinos
como derivación de la obra de Madiba respecto al real valor de la democracia y,
especialmente, en relación a la promoción y vigencia de los derechos humanos en
nuestras vidas cotidianas e institucionales. Esta visión puede mostrar cierto grado de desesperanza. Sin embargo, creemos que somos objetivos
cuando nos expresamos en estos términos, para lo cual tenemos en cuenta que
muchos sectores sociales, económicos, culturales y políticos demonizan en
privado la democracia o descreen de ella.
Despejamos aún más cualquier duda
cuando notamos que funcionarios en actividad y muchos de aquellos sectores
asocian los derechos humanos con la marginalidad, la violencia y el delito. La
violación de derechos entre particulares, que reiteradamente se utilizan para
condenar la existencia y funcionamiento de los organismos de derechos humanos,
demandan la intervención directa del Estado a través de los poderes y de los
organismos competentes para hacer cesar los efectos de los delitos o para
lograr sus esclarecimientos y la aplicación de las penas que correspondan.
-¿Y cuál puede ser el balance del gobierno en materia de derechos humanos?
-Si bien se han dado pasos importantes en materia de derechos humanos
durante la gestión de los Kirchner, lo cierto es
que este tema terminó siendo una herramienta política de gestión y, en algunos
casos, se llegó al extremo de la banalización. Varios organismos de
derechos humanos se plegaron al gobierno y perdieron independencia, que es lo
mismo que decir que se despojaron de la razón de ser que justifica su existencia y funcionamiento. Estos organismos no
nacieron para gobernar sino para controlar las gestiones de gobierno, con una
mirada crítica pero objetiva.
-¿Qué dice de todo ello la llegada de Jorge Capitanich a la Jefatura de Gobierno?
Creemos que el gobierno argentino no tiene capacidad para aprender de
Madiba y, menos, de aplicar algunos de los postulados y de las acciones que
desarrolló en los territorios por donde caminó. Son el agua y el aceite. Y eso se
nota más con Capitanich, que fue el
mejor y el peor gobernador del Chaco, al mismo tiempo. Es que el nivel de inversión de
la obra pública fue extraordinario, aunque desordenado y sin responder a las
urgencias y necesidades sociales más trascendentes y vitales. De cualquier
manera, quizás este factor permita decir que fuera el mejor gobernador.
-¿Y por qué sería "el peor gobernador"?
Los resultados muy negativos -por mal funcionamiento de los servicios públicos
de salud, de educación y seguridad social- restaron valor a la acción positiva
de inversión en obras públicas. Y lo más grave, es que encontró un Estado
sobredimensionado, burocrático e ineficiente que funciona bajo los efectos del
tráfico de influencia y de la corrupción. Al mismo
tiempo, se formó y funciona en gran parte de la estructura del Estado una “nube
de negocio” en torno a cada acción, plan, programa u obras, fenómeno que empañó
las gestión porque produjo un incremento extraordinario del gasto improductivo
en el que el costo de la corrupción ha tenido un alto impacto.
Año a año se
fueron generándose deudas flotantes crecientes, gestadas por el manejo
descuidado de los fondos públicos, a propósito de la falta de controles de los
organismos internos y externos del Estado. Por ende, puede ser
calificado como un mal administrador. Creo que este aspecto es el más criticable y que -a su vez- abona la opinión de
que es el peor gobernador del Chaco. Finalmente, para atenuar las protestas
sociales de las organizaciones piqueteras y de desocupados, cooptó a la mayoría
de sus dirigentes y aplicó una inocultable política clientelística y
prebendaria con el objetivo de garantizarse “gobernabilidad y paz social”.
Un representante del modelo extractivista. En los últimos días, el coordinador del Centro de Estudios Nelson Mandela, Rolando Nuñez, opinó sobre la reciente designación de Omar Judis, Ministro de Infraesctura del Chaco, al frente de la Secretaría de Ambiente de la Nación. Con preocupación, aseguró que representa los intereses del modelo productivista en la actividad primaria: ganadería, agricultura y más en explotación forestal.
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