De la lógica política a la lógica ambiental
A primera vista, la gran novedad que ocasionó el acontecimiento de "las papeleras" es su repercución mediática. ¿Podemos decir, entonces, que el medio ambiente ingresó como nunca antes entre los temas principales de la opinión pública? A pesar del gran espacio en los flashes informativos, las placas de los noticieros y los centímetros cuadrados de papel en los más importantes diarios nacionales, no es tan seguro que el medio ambiente, como tal, haya ingresado en la mentalidad de argentinos, de uruguayos y de quien consuma las noticias del conflicto.
Porque el conflicto, bien dicho así, es visto en primer medida como político. Conflicto diplomático, casi limítrofe, como propuso un diputado del Frente Grande: piensa que es una buena idea el arbitrio del Vaticano para emular así la disputa con Chile años atrás. ¿Cuál es la lógica de esta propuesta? ¿Es una cuestión de buen entendimiento? ¿No hay un criterio más trascendente? ¿No existen los científicos competentes, y los políticos que actúen en consecuencia?
Es que, parece cada vez más, las papeleras son una piedra en el zapato de las relaciones entre estos países hermanos, no un tema preocupante en sí mismo. Vale decir: la noticia es el piquete. Y se hace, así, una substitución del tipo "punta del iceberg por iceberg" al igual que con los piqueteros (los originales) y la problemática social. ¿Dónde está la problemática ambiental bien tratada en los medios? En muy pocos medios. De eso, casi, no se habla.
En Argentina tampoco son distintas las cosas. "Es sólo un tema ambiental", dicen que dijo Néstor Kirchner. Entonces, el desconcierto crece. Aquí, traducimos: no importa lo ambiental, lo relevante es lo político. No vamos a negar la conexión, pero lo cierto es que hay demasiadas diferencias. En primer lugar, lo político parece que tiene un tiempo medido en períodos electorales. Lo ambiental tiene un tiempo casi imperceptible, a veces tarda siglos, pero que siempre avanza. Entonces, deberíamos tener en cuenta el conocido adagio ecologista "la naturaleza no es una herencia que recibimos de nuestros padres, sino un préstamos hecho de nuestros hijos".
La perspectiva ambiental
¿Qué quiero decir con esto? Que el medio ambiente no entiende de políticos, y menos entiende, todavía, de naciones. Centrar una discusión ambiental como si fuera un conflicto diplómatico es desviar la mirada en forma tal que casi no se ve la verdadera problemática. Y esa, la conocen todos los ambientalistas. La deberíamos conocer todos. Porque nos involucra a todos. Esto es lo que debería estar siempre en la agenda pública.
Así, cuando se habla de papeleras se hablaría de problemáticas mucho más profundas. ¿Para qué usamos los papeles? ¿Cómo puede reemplazarse este material? ¿Cómo puede reducirse su uso? ¿Cómo generamos más y mejor papel reciclado? ¿Cuál es el costo que estamos dispuestos a pagar para seguir usando el papel? Y no hablo aquí de costo económico como tal, sino de bosques que se talan y de ríos que sufren los desechos del proceso productivo.
No se trata de ser fundamentalista. Seguramente, papel necesitaremos. Al menos en los próximos años. Pero se trata de ser concientes de que el verdadero conflicto está en cada uno de nosotros, en cómo usamos los recursos para un desarrollo sustentable. De cómo sobreponernos a esta sociedad consumista que, de seguir así, pronto se va a devorar a sí misma.
En ese momento, entonces sí, el medio ambiente va a estar en nuestras cabezas. Que "las papeleras" tengan otro papel para todos, y que la política se ocupe en verdad del medio ambiente, no de ella misma.
A primera vista, la gran novedad que ocasionó el acontecimiento de "las papeleras" es su repercución mediática. ¿Podemos decir, entonces, que el medio ambiente ingresó como nunca antes entre los temas principales de la opinión pública? A pesar del gran espacio en los flashes informativos, las placas de los noticieros y los centímetros cuadrados de papel en los más importantes diarios nacionales, no es tan seguro que el medio ambiente, como tal, haya ingresado en la mentalidad de argentinos, de uruguayos y de quien consuma las noticias del conflicto.
Porque el conflicto, bien dicho así, es visto en primer medida como político. Conflicto diplomático, casi limítrofe, como propuso un diputado del Frente Grande: piensa que es una buena idea el arbitrio del Vaticano para emular así la disputa con Chile años atrás. ¿Cuál es la lógica de esta propuesta? ¿Es una cuestión de buen entendimiento? ¿No hay un criterio más trascendente? ¿No existen los científicos competentes, y los políticos que actúen en consecuencia?
Es que, parece cada vez más, las papeleras son una piedra en el zapato de las relaciones entre estos países hermanos, no un tema preocupante en sí mismo. Vale decir: la noticia es el piquete. Y se hace, así, una substitución del tipo "punta del iceberg por iceberg" al igual que con los piqueteros (los originales) y la problemática social. ¿Dónde está la problemática ambiental bien tratada en los medios? En muy pocos medios. De eso, casi, no se habla.
En Argentina tampoco son distintas las cosas. "Es sólo un tema ambiental", dicen que dijo Néstor Kirchner. Entonces, el desconcierto crece. Aquí, traducimos: no importa lo ambiental, lo relevante es lo político. No vamos a negar la conexión, pero lo cierto es que hay demasiadas diferencias. En primer lugar, lo político parece que tiene un tiempo medido en períodos electorales. Lo ambiental tiene un tiempo casi imperceptible, a veces tarda siglos, pero que siempre avanza. Entonces, deberíamos tener en cuenta el conocido adagio ecologista "la naturaleza no es una herencia que recibimos de nuestros padres, sino un préstamos hecho de nuestros hijos".
La perspectiva ambiental
¿Qué quiero decir con esto? Que el medio ambiente no entiende de políticos, y menos entiende, todavía, de naciones. Centrar una discusión ambiental como si fuera un conflicto diplómatico es desviar la mirada en forma tal que casi no se ve la verdadera problemática. Y esa, la conocen todos los ambientalistas. La deberíamos conocer todos. Porque nos involucra a todos. Esto es lo que debería estar siempre en la agenda pública.
Así, cuando se habla de papeleras se hablaría de problemáticas mucho más profundas. ¿Para qué usamos los papeles? ¿Cómo puede reemplazarse este material? ¿Cómo puede reducirse su uso? ¿Cómo generamos más y mejor papel reciclado? ¿Cuál es el costo que estamos dispuestos a pagar para seguir usando el papel? Y no hablo aquí de costo económico como tal, sino de bosques que se talan y de ríos que sufren los desechos del proceso productivo.
No se trata de ser fundamentalista. Seguramente, papel necesitaremos. Al menos en los próximos años. Pero se trata de ser concientes de que el verdadero conflicto está en cada uno de nosotros, en cómo usamos los recursos para un desarrollo sustentable. De cómo sobreponernos a esta sociedad consumista que, de seguir así, pronto se va a devorar a sí misma.
En ese momento, entonces sí, el medio ambiente va a estar en nuestras cabezas. Que "las papeleras" tengan otro papel para todos, y que la política se ocupe en verdad del medio ambiente, no de ella misma.
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