El caso de las minas de oro en la providencia de San Juan tomó cierta repercusión pública cuando el domingo 26 y el lunes 27 de febrero La Nación publicó en su sección Política un amplio informe sobre el tema. Sin embargo, el paralelismo que allí se marca con las Papeleras no ayuda a entender completamente la problemática desde la perspectiva ambiental como sí lo haría compararlo con otras experiencias mineras, como la de Esquel, en Chubut, y Bajo La Alumbrera, en Catamarca.
San Juan no es Gualeguaychú
"Como si tras desviarse cientos de kilómetros al oeste las aguas del río Uruguay se hubieran abierto paso por esta provincia y dividido en dos su territorio, los sanjuaninos se debaten hoy entre ser Fray Bentos o Gualeguaychú".
Así comienza la primera nota de LN titulada "La explotación de dos minas divide a la población de San Juan". Creemos que la metáfora no es la más acertada, sino que responde a lo que podríamos denominar como "efecto papeleras". Por un lado, una arista levemente positiva que instala la atención en los temas ambientales. Por el otro, un aspecto negativo, el tema es visto desde un enfoque más bien político, con sus tiempos y su lógica.
Para comprender el conflicto que suscitan las minas de oro, más que en Gualeguaychú, hay que fijar la vista en Esquel, cuyo pueblo impidió la instalación de una mina a 7 km de la ciudad, en el 2003. Y si creemos que esto solo nos puede hablar de prejuicios, vayamos entonces al caso de la empresa Minera Alumbrera, demandada desde el 2004 por la contaminación de aguas cercanas, y no tan cercanas.
Además, puede discutirse si se necesita producir más papel y estudiarse cómo moderar su consumo en relación al impacto ambiental. Pero ya es más difícil justificar la necesidad de extraer oro cuando se lo utiliza casi en su totalidad en joyas, a no ser por el puro afán de ganar dinero. Así también lo cree Greenpeace, que en la nota de LN advierte además que "en términos de contaminación ambiental, estos proyectos son mucho peores que las papeleras de Fray Bentos". Más que la comparación, aquí cabe la diferencia.
San "Juan" Gioja y sus minas de oro
Un recuadro de La Nación lleva el apellido del gobernador de San Juan: "Gioja: `Es imposible que se pueda contaminar´". El verdadero nombre del gobernador Gioja es José Luis, pero tal vez ya se haga llamar don Juan, por este gesto un poco soberbio en que parece adueñarse del destino de su provincia al hablar categóricamente sobre un tema complejo de caracter técnico.
A menos que en los últimos años haya desarrollado secretamente investigaciones en ingeniería ambiental, o que ya sepa a voces el dictamen de la Comisión Interdisciplinaria de Evaluación Ambiental Minera que todavía no se expidió sobre el proyecto de Pascua-Lama, hoy en el ojo del debate.
Allí planean extraer 17 millones de onzas de oro. Para ello, necesitan también de Chile, que aprobó el estudio con la salvedad de que no pueden moverse, como se pretendía, los glaciares que se encuentran sobre las montañas donde están los metales. No obstante, la nueva presidenta Michelle Bachellet prometió reveer el caso. Eso sí, la que ya está en funcionamiento desde octubre del 2005 es la mina de Veladero, donde se calculan que hay 13 millones de onzas. Estas son las dos minas de Don Juan Gioja.
En San Juan, la oposición al proyecto minero encuentra las mayores dificultades en difundir la contrainformación a la amplia propaganda de Barrik, la empresa canadiense que tuvo en su consejo asesor al ex presidente George Bush (padre). Este es el mérito entonces de LN, que sacó a la vista de los porteños el debate en torno a la mina. La respuesta de Gioja no se hizo esperar, y justamente en el "Diario de Cuyo", el de mayor llegada a nivel provincial, apareció ayer un simpático artículo, titulado "Revuelo oficial por unas notas sobre minería".
Pero no es lo único que se le puede objetar a este periódico. Cuando se inauguró Veladero, se publicó un suplemento especial titulado "Veladero, el despliegue". Allí está en duda la objetividad e imparcialidad de las notas, con una entrevista exclusiva al presidente de Barrik Argentina y las menciones a los "cambios muy saludables" de personas con nuevos empleos que pueden comprarse casas y autos. Acerca de qué quedará cuando se acabe la mina, no se habla. Sobre el impacto ambiental, sólo se explica cómo va a ser evitado.
Mientras tanto, los Sanjuaninos Autoconvocados No a la Mina tienen espacio solo en medios alternativos, como en un completo informe publicado en Indymedia. Allí se lee que se hicieron charlas en las universidades donde, a diferencia de lo dicho en LN, se menciona un apoyo principalmente en la Facultad de Ciencias exactas. También hay algunos apuntes económicos: "las monedas que obtiene el país (3% de canon), se diluyen al restar los compromisos que le restituyen al inversionista todos sus costos operativos e impuestos a las ganancias, entre otros. Veladero dejaría escasos 150 millones de pesos al cabo de 16 años, pero al pagarle la “línea minera” [tendido eléctrico especialmente construido para las mineras], ese dinero y mucho más, retorna a las arcas de Barrick Gold".
Los casos Esquel y La Alumbrera
Tampoco los habitantes del noroeste de Chubut creyeron a su entonces gobernador -otro José Luis, éste Lizurume- quien defendió hasta el último momento la instalación de una mina de oro de la empresa canadiense Meridian Gold. Allí fueron los Vecinos Autoconvocados de Esquel (el grupo más próximo al de los sanjuaninos, en vez de lo que escribió LN mencionando como su símil a la Asamblea de Gualeguaychú) que desde el 2002 se opuso al proyecto.
La cruzada sucedió con críticas al diario local El Oeste y apoyos de la Cooperativa de Servicios 16 de Octubre, que brinda el agua en la zona. Entre un gobernador que decía que iba a votar por el "sí" a la mina y una marcha de 4 mil personas por el "no" en los días previos, finalmente el 23 de marzo de 2003 el 81% de la población de Esquel dijo NO a la mina en un plebiscito que costó grandes esfuerzos conseguir, según se relata en el libro "La Patagonia de Pie, ecología vs. negociados" con la coordinación editorial de Lucas Chiappe, de Proyecto Lemú.
Sin embargo, la mejor manera de concienciarse sobre los efectos nocivos de la minería, es conocer las experiencias donde hubo y hay minas. El recuadro de LN "Las huellas nocivas se sienten en el aire" es un buen ejemplo. Pero más lo es el de la mina Bajo Alumbrera, que es demandada desde el 2004 por las provincias de Santiago del Estero y de Tucumán, y por la población de Andalgalá (Catamarca). El cargo: contaminación del lago de las termas de Río Hondo, las cuencas del río Dulce, del Salim y del Vis-Vis.
Una nota de Diario El Liberal (Santiago del Estero) describe muy bien la contaminación producida por esta mina, que puede reproducirse en las dos de "Juan" Gioja. Así puede leerse en el artículo del 9 de enero del 2005, "La explotación de oro en La Alumbrera y la contaminación al lago de Río Hondo". También da preciosones otro de Barrameda, "En Patagonia se niegan a vivir con el cianuro".
El sistema utilizado (a cielo abierto y con cianuro para la lixiviación) tiene 2 focos principales de contaminación:
- El "dique de cola" donde se concentran las aguas contaminadas con cianuro después del proceso de separación de metales no garantiza la total contención de los líquidos, los cuales se filtran y pueden contaminar las napas subterráneas. Además, las reacciones para que se diluya el cianuro no siempre ocurren en un solo paso como se las esquematiza teóricamente. Pueden aparecer productos intermedios, altamente letales, como cianógeno, cianato, tiocianato, clorocianógeno y amonio.
- La "escombrera" es el depósito de toneladas de una gran cantidad de material que fue sometido a diferentes sustancias químicas. La escombrera queda a la intemperie, expuesta a la acción de la lluvia, el aire y el sol y los minerales con sulfatos generan con los metales pesados "drenajes ácidos de roca" que contaminan el agua de la que beben animales y hombres.
Todo esto es lo que le causa un cierto temor a los tradicionales agricultores sanjuaninos.
Legislaciones que merecen la de oro
En Alemania, en algunos estados de Estados Unidos y también en dos provincias argentinas, la utilización del cianuro para la explotación minera a cielo abierto quedó prohibida. Terribles accidentes a lo largo de la historia dieron razones suficientes para evitar el peligro potencial de esa sustancia tóxica. Por negligencia, irresponsabilidad o -simplemente- mala suerte, derrames no deseados de cianuro provocaron muertes humanas, inutilizaron ríos de agua potable para actividades agrícolas y para el consumo de millones de personas, y envenenaron una vasta vegetación y miles de peces y aves en distintos puntos del planeta.
A principios de este año, la Unión Europea avanzó aún más en la normativa y elevó los estándares a exigir a las empresas mineras para que éstas garanticen la restauración del entorno en el que se insertan incluso finalizada la vida útil de la explotación. Al mismo tiempo, los gobiernos nacionales de la UE deberán identificar las minas cerradas que representan un riesgo ambiental descuidado. Muchas veces, los pueblos abandonados por las mineras, encuentran una empresa en bancarrota para hacer sus reclamos por reparos ambientales.
¿Vale más el oro o el agua?
A lo largo de la nota expusimos las razones de varios ingenieros que se oponen a las minas. Las empresas tienen también los suyos que aseguran que todo estará bien. Ante esto, hay una conclusión simple: la ciencia tampoco da verdades últimas. Los científicos tienen intereses propios y ajenos sobre sí. Entonces, la reflexión que queda es clara: ante el riesgo: ¿valoramos más el oro, un elemento suntuoso, o el agua, el elemento de la vida? Por él, además, se podría ir a la guerra en años próximos si no sabemos cuidarlo.
Al Don Juan parece interesarle el oro, parece ensimismado por su poder y se entretiene con sus minas y sus joyas. ¿Qué pasará cuando la mina quede abandonada? Su instinto de picaflor dejará tal vez a la provincia desolada y al medio ambiente pagando. No todo lo que brilla es oro, que brille más el agua.
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