El editorial de la semana
La flamante Secretaría de Medio Ambiente exigió a las empresas la actualización de su tecnología por una más "limpia". Por su parte, distintos sectores industriales reclamaron tiempo y apoyo financiero para la conversión. El debate avanza peligrosamente al filo del falso dilema: ecología vs. progreso económico.
“Si hubiéramos tenido empresarios ambientalmente responsables, no tendríamos el actual problema del Riachuelo”, aseguró la titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Romina Picolotti, según Página 12 en el artículo Las industrias en la mira.
Pero la crítica tambíen debió valer para el poder público. Sin controles eficientes o leyes debidamente reglamentadas, iba a ser poco probable que las industrias hicieran algo que nadie las obligaba a hacer.
Para cambiar esta situación, ahora las empresas deben comprometerse a mejorar sus procesos y declarar cómo lo van a hacer. "Si no tuvieran voluntad de llevarlo a la realidad, vamos a ir con los controles: o cambian en forma voluntaria o tendrán que hacerlo por obligación" afirmó Picolotti.
La dificultad no redunda sólo en un cambio actitudinal. De hecho, representantes de diferentes cámaras empresariales pidieron inversiones estatales para afrontar la modernización, como ha sucedido en otros países. En respuesta, Picolotti prometió facilidades desde el Ministerio de Economía, proporcionales según si se trata de grandes o pequeñas y medianas empresas.
¿Cómo es el compromiso empresarial con el ambiente?
Un estudio publicado en La Nación aseguró que tras la crisis de 2001, el sector privado disminuyó la inversión en materia de medio ambiente. Actualmente, entre "las empresas activas en gestión ambiental son el 53% de las empresas exportadoras analizadas y el 20% de las orientadas al mercado interno". Tal parece que los mercados internacionales promueven las prácticas "verdes". Quizá sea tiempo de que el consumidor argentino empiece a comprar los productos que respetan el cuidado del ambiente.
"Si se las distingue entre grandes y pymes -según desarrolló La Nación-, el 37% de las primeras sobresale por el cuidado de la ecología y sólo el 12% de las segundas alcanza altos estándares. Las grandes encuentran obstáculos para hacerlo por los altos costos (54%) y la falta de tecnología ambiental adecuada en el mercado local (21%), mientras que las pymes también mencionan la cuestión económica (39%) y la escasa información acerca de las fuentes disponibles de equipamiento (9 por ciento)".
Andrés López, uno de los responsables del informe, resaltó que en los países en desarrollo como el nuestro "hay prioridades urgentes de empleo, que deben conciliarse con lo ambiental para hacer una reconversión gradual y verificable". Una frase ambigua que tienta a oponer fuentes de trabajo versus calidad ambiental, o confundir cuidado del ambiente con conservacionismo.
En una perspectiva escéptica, el vicepresidente de la UIA encargado de los asuntos medioambientales, Juan Carlos Sacco, declaró: "Si se reglamentan todas las leyes, casi no habría industria en el país".
Sacco también puso en sospecha que la cuestión ambiental no sea más que un "recurso de caja", una excusa para crear o aumentar impuestos. Y advirtió "que una reconversión de toda la industria argentina puede demorar hasta 20 años". Una afirmación posible pero incierta. Todo dependerá de las decisiones que tomen el gobierno, el sector privado y la sociedad entera.
Una mayor conciencia ambiental y una mayor participación ciudadana parecen mostrar que estamos en el buen camino, un largo camino. Pero como predicó Lao-tsé, "Un viaje de mil millas comienza con el primer paso".
Vínculos recomendados:
ComunicaRSE
La Nación 1
La Nación 2
SECCIÓN: Comunicación/ Política Ambiental
La flamante Secretaría de Medio Ambiente exigió a las empresas la actualización de su tecnología por una más "limpia". Por su parte, distintos sectores industriales reclamaron tiempo y apoyo financiero para la conversión. El debate avanza peligrosamente al filo del falso dilema: ecología vs. progreso económico.
“Si hubiéramos tenido empresarios ambientalmente responsables, no tendríamos el actual problema del Riachuelo”, aseguró la titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Romina Picolotti, según Página 12 en el artículo Las industrias en la mira.
Pero la crítica tambíen debió valer para el poder público. Sin controles eficientes o leyes debidamente reglamentadas, iba a ser poco probable que las industrias hicieran algo que nadie las obligaba a hacer.
Para cambiar esta situación, ahora las empresas deben comprometerse a mejorar sus procesos y declarar cómo lo van a hacer. "Si no tuvieran voluntad de llevarlo a la realidad, vamos a ir con los controles: o cambian en forma voluntaria o tendrán que hacerlo por obligación" afirmó Picolotti.
La dificultad no redunda sólo en un cambio actitudinal. De hecho, representantes de diferentes cámaras empresariales pidieron inversiones estatales para afrontar la modernización, como ha sucedido en otros países. En respuesta, Picolotti prometió facilidades desde el Ministerio de Economía, proporcionales según si se trata de grandes o pequeñas y medianas empresas.
¿Cómo es el compromiso empresarial con el ambiente?
Un estudio publicado en La Nación aseguró que tras la crisis de 2001, el sector privado disminuyó la inversión en materia de medio ambiente. Actualmente, entre "las empresas activas en gestión ambiental son el 53% de las empresas exportadoras analizadas y el 20% de las orientadas al mercado interno". Tal parece que los mercados internacionales promueven las prácticas "verdes". Quizá sea tiempo de que el consumidor argentino empiece a comprar los productos que respetan el cuidado del ambiente.
"Si se las distingue entre grandes y pymes -según desarrolló La Nación-, el 37% de las primeras sobresale por el cuidado de la ecología y sólo el 12% de las segundas alcanza altos estándares. Las grandes encuentran obstáculos para hacerlo por los altos costos (54%) y la falta de tecnología ambiental adecuada en el mercado local (21%), mientras que las pymes también mencionan la cuestión económica (39%) y la escasa información acerca de las fuentes disponibles de equipamiento (9 por ciento)".
Andrés López, uno de los responsables del informe, resaltó que en los países en desarrollo como el nuestro "hay prioridades urgentes de empleo, que deben conciliarse con lo ambiental para hacer una reconversión gradual y verificable". Una frase ambigua que tienta a oponer fuentes de trabajo versus calidad ambiental, o confundir cuidado del ambiente con conservacionismo.
En una perspectiva escéptica, el vicepresidente de la UIA encargado de los asuntos medioambientales, Juan Carlos Sacco, declaró: "Si se reglamentan todas las leyes, casi no habría industria en el país".
Sacco también puso en sospecha que la cuestión ambiental no sea más que un "recurso de caja", una excusa para crear o aumentar impuestos. Y advirtió "que una reconversión de toda la industria argentina puede demorar hasta 20 años". Una afirmación posible pero incierta. Todo dependerá de las decisiones que tomen el gobierno, el sector privado y la sociedad entera.
Una mayor conciencia ambiental y una mayor participación ciudadana parecen mostrar que estamos en el buen camino, un largo camino. Pero como predicó Lao-tsé, "Un viaje de mil millas comienza con el primer paso".
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