"Es necesario formar y mantener en la sociedad una cultura referida al ambiente, con acciones congruentes, que no resulten espasmódicas y oportunistas, pues, de otra forma, jamás se podrá romper con el desinterés que existe al respecto. Las leyes están; sólo faltan las acciones sustentables".
Así termina el artículo de ayer en La Nación, "Entre la cuencia y la vida", del defensor adjunto del pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Atilio D. Alimena, y así queremos comenzar el nuestro. Una cultura ambiental, esto es lo que está en el fondo de la cuestión en todos los problemas relacionados a esta temática.
En la contratapa de hoy de Página 12, Roberto Gargarella, abogado y sociólogo, profesor de Derecho Constitucional en la UBA, se refirió a las dudas que genera el fallo de la Corte Suprema, no en cuanto a su audacia y originalidad, sino en relación a qué puede hacer el poder judicial si el ejecutivo no obecede sus dictámenes. Para él, casos como éste son especiales porque no se solucionan con la simple intervención de un juez:
"En los casos que examinamos ahora, propios del `litigio de reforma estructural´, se tornan necesarias respuestas muy diferentes: ellas exigen reformas de una dimensión mayor; requieren de tiempo y de planificación para la fijación de un remedio apropiado; y se implementan normalmente de modo gradual", explica Gargarella.
Es notable como ambos artículos parten de la misma reflexión que, para más similitudes, está dicha por dos especialistas y no por periodistas del diario: en cuestiones tan complejas como las ambientales no basta con un simple fallo. Claro está que, como mencionamos, esto también vale para las pasteras, sean las decisiones de la Haya "favorables" o no a la demanda del Estado Argentino.
La instancia judicial es importante pero no suficiente. Entonces, los medios y la agenda pública deberían aunar sus esfuerzos en que la nueva ley de educación esté atravesada por una política de educación ambiental. Tal y como también deberá hacer la secretaría de Medio Ambiente con los ministerios (por este motivo, seguramente sería importante que la cartera tenga también la máxima jerarquía).
De no actuar de este modo, la historia volverá a repetirse. Y si bien, repetimos, el derecho ambiental es precautorio si se aplica (lo que no siempre sucede) todavía es parte de un momento defensivo y no activo. Una política cultural ambiental, aunque sea un neologismo, es imprescindible para empezar a formar nuevos comportamientos en la ciudadanía.
Cultura ambiental, sustentable, ecológica. Por esto es que se debe trabajar en Argentina y en el mundo. Que llegue a todos los ámbitos del Estado, las instituciones y la sociedad civil. Esta es nuestra gran deuda para con las generaciones siguientes.
SECCIÓN: Comunicación / Educación Ambiental
Así termina el artículo de ayer en La Nación, "Entre la cuencia y la vida", del defensor adjunto del pueblo de la ciudad de Buenos Aires, Atilio D. Alimena, y así queremos comenzar el nuestro. Una cultura ambiental, esto es lo que está en el fondo de la cuestión en todos los problemas relacionados a esta temática.
En la contratapa de hoy de Página 12, Roberto Gargarella, abogado y sociólogo, profesor de Derecho Constitucional en la UBA, se refirió a las dudas que genera el fallo de la Corte Suprema, no en cuanto a su audacia y originalidad, sino en relación a qué puede hacer el poder judicial si el ejecutivo no obecede sus dictámenes. Para él, casos como éste son especiales porque no se solucionan con la simple intervención de un juez:
"En los casos que examinamos ahora, propios del `litigio de reforma estructural´, se tornan necesarias respuestas muy diferentes: ellas exigen reformas de una dimensión mayor; requieren de tiempo y de planificación para la fijación de un remedio apropiado; y se implementan normalmente de modo gradual", explica Gargarella.
Es notable como ambos artículos parten de la misma reflexión que, para más similitudes, está dicha por dos especialistas y no por periodistas del diario: en cuestiones tan complejas como las ambientales no basta con un simple fallo. Claro está que, como mencionamos, esto también vale para las pasteras, sean las decisiones de la Haya "favorables" o no a la demanda del Estado Argentino.
La instancia judicial es importante pero no suficiente. Entonces, los medios y la agenda pública deberían aunar sus esfuerzos en que la nueva ley de educación esté atravesada por una política de educación ambiental. Tal y como también deberá hacer la secretaría de Medio Ambiente con los ministerios (por este motivo, seguramente sería importante que la cartera tenga también la máxima jerarquía).
De no actuar de este modo, la historia volverá a repetirse. Y si bien, repetimos, el derecho ambiental es precautorio si se aplica (lo que no siempre sucede) todavía es parte de un momento defensivo y no activo. Una política cultural ambiental, aunque sea un neologismo, es imprescindible para empezar a formar nuevos comportamientos en la ciudadanía.
Cultura ambiental, sustentable, ecológica. Por esto es que se debe trabajar en Argentina y en el mundo. Que llegue a todos los ámbitos del Estado, las instituciones y la sociedad civil. Esta es nuestra gran deuda para con las generaciones siguientes.
SECCIÓN: Comunicación / Educación Ambiental
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