Si la demanda del papel sigue creciendo al ritmo actual y las condiciones económicas continúan siendo atractivas en América Latina, habrá cada vez más pasteras que se quieran instalar en la zona. Esto es lo que advirtió la organización ambientalista Greenpeace en su informe "La escalada de la celulosa en la región: industria sucia o producción limpia" que presentó hoy en las instalaciones del Club Europeo.
"Se necesitarían dos plantas como las de Botnia por año del 2010 al 2020", graficó Javier Villalonga haciendo referencia al caso que llamó la atención pública para explicar el crecimiento estimado de la industria pastera: dos millones de toneladas anuales. La capacidad de producción de pulpa de mercado llegaría de los 50 millones que tuvo en el 2005 a unos 81 millones de toneladas dentro de quince años más.
Para esa fecha, América Latina pasaría de tener el 25 por ciento de la producción mundial, frente al nueve por ciento que tiene en la actualidad. Es decir que en cuatro años más se iniciaría el proceso de migración de la industria de celulosa hacia este continente, mientras que se mantendría el hecho de que los principales consumidores de papel son América del Norte, Japón y Europa.
Según Greenpeace, estos son los datos que también manejarían las industrias, que estarían interesadas en modernizar sus instalaciones debido a la sensibilidad que tomó el tema en la opinión pública. Fuentes de este sector confirmaron que algunas medidas son posibles de implementar mientras que otras, como los efluentes cero, hoy por hoy son inviables.
Lo que cambiaría es entonces el panorama mundial de la producción de celulosa hacia un modelo globalizado. Ya no más los grandes consumidores serán los grandes productores, sino que habrá zonas, como América Latina que tiene el mayor potencial en este sentido, en que se fabricará pasta para su exportación, trasforformándose en un nuevo commodity.
Contaminación y deforestación, los males a prevenir
La razón fundamental por la que las empresas se trasladarían en América Latina es econonómica: el informe menciona que mientras en Brasil sale 70 dólares obtener una tonelada de celulosa, en Finlandia lo mismo cuesta el doble: 142 dólares. Por supuesto, los bajos costos de este lado del mundo se originan en las condiciones ecológicas (del suelo, del clima) que permiten a eucaliptos y pinos desarrollarse más rápidamente a costa de consumir nuestros recursos.
El lado menos pensado del proceso es la deforestación de bosques nativos para la plantación de bosques artificiales para obtener pulpa de celulosa. Este simple acto modifica el ecosistema del lugar. En Argentina, "una producción anual de 300.000 toneladas necesita de unas 48.000 hectáreas de plantaciones de eucalipto y 70.000 hectáreas de pino" según Greenpeace, lo que a su vez genera una gran demanda de agua para estas plantaciones, perjudicando la actividad agrícola.
El aspecto más conocido de la lucha contra la instalación de las pasteras de Fray Bentos es el no a la contaminación. Ésta se genera en su mayor parte por la eliminación de residuos provenientes del cloro utilizados en el método de blanqueo, que puede generar dióxinas que afecten la salud del ecosistema, incluyendo a las poblaciones humanas.
¿Qué hacer?
Los Estados nacionales y la industria papelera en su conjunto pueden hacer mucho para mejorar la situación de la actividad. La propuesta de Greenpeace se dio a conocer meses atrás con el nombre de Plan de producción limpia para el sector del papel en Argentina y Uruguay que consiste en seis puntos fundamentales:
Ver además: Martín Prieto: "El Estado se debe hacer cargo de fomentar el reciclaje"
SECCIÓN. Pasteras
Bosques
"Se necesitarían dos plantas como las de Botnia por año del 2010 al 2020", graficó Javier Villalonga haciendo referencia al caso que llamó la atención pública para explicar el crecimiento estimado de la industria pastera: dos millones de toneladas anuales. La capacidad de producción de pulpa de mercado llegaría de los 50 millones que tuvo en el 2005 a unos 81 millones de toneladas dentro de quince años más.
Para esa fecha, América Latina pasaría de tener el 25 por ciento de la producción mundial, frente al nueve por ciento que tiene en la actualidad. Es decir que en cuatro años más se iniciaría el proceso de migración de la industria de celulosa hacia este continente, mientras que se mantendría el hecho de que los principales consumidores de papel son América del Norte, Japón y Europa.
Según Greenpeace, estos son los datos que también manejarían las industrias, que estarían interesadas en modernizar sus instalaciones debido a la sensibilidad que tomó el tema en la opinión pública. Fuentes de este sector confirmaron que algunas medidas son posibles de implementar mientras que otras, como los efluentes cero, hoy por hoy son inviables.
Lo que cambiaría es entonces el panorama mundial de la producción de celulosa hacia un modelo globalizado. Ya no más los grandes consumidores serán los grandes productores, sino que habrá zonas, como América Latina que tiene el mayor potencial en este sentido, en que se fabricará pasta para su exportación, trasforformándose en un nuevo commodity.
Contaminación y deforestación, los males a prevenir
La razón fundamental por la que las empresas se trasladarían en América Latina es econonómica: el informe menciona que mientras en Brasil sale 70 dólares obtener una tonelada de celulosa, en Finlandia lo mismo cuesta el doble: 142 dólares. Por supuesto, los bajos costos de este lado del mundo se originan en las condiciones ecológicas (del suelo, del clima) que permiten a eucaliptos y pinos desarrollarse más rápidamente a costa de consumir nuestros recursos.
El lado menos pensado del proceso es la deforestación de bosques nativos para la plantación de bosques artificiales para obtener pulpa de celulosa. Este simple acto modifica el ecosistema del lugar. En Argentina, "una producción anual de 300.000 toneladas necesita de unas 48.000 hectáreas de plantaciones de eucalipto y 70.000 hectáreas de pino" según Greenpeace, lo que a su vez genera una gran demanda de agua para estas plantaciones, perjudicando la actividad agrícola.
El aspecto más conocido de la lucha contra la instalación de las pasteras de Fray Bentos es el no a la contaminación. Ésta se genera en su mayor parte por la eliminación de residuos provenientes del cloro utilizados en el método de blanqueo, que puede generar dióxinas que afecten la salud del ecosistema, incluyendo a las poblaciones humanas.
¿Qué hacer?
Los Estados nacionales y la industria papelera en su conjunto pueden hacer mucho para mejorar la situación de la actividad. La propuesta de Greenpeace se dio a conocer meses atrás con el nombre de Plan de producción limpia para el sector del papel en Argentina y Uruguay que consiste en seis puntos fundamentales:
- Eliminar el cloro del proceso de blanqueo y reemplazarlos con métodos TCF a base de oxígeno.
- Eliminar en forma total los efluentes a través de un proceso de tratamiento
- Aumentar el porcentaje de papel reciclado y alentar su uso para reducir la demanda de papel blanco al mismo tiempo que el desarrollo de tintas más limpias
- Crear líneas de crédito blandas para sostener los proyectos mencionados
- Exigir la explotación sostenible de los bosques a través de un proceso de certificación forestal FSC
- Contar con la aprobación de las comunidades afectadas
Ver además: Martín Prieto: "El Estado se debe hacer cargo de fomentar el reciclaje"
SECCIÓN. Pasteras
Bosques
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