A esta altura no importan los números: hay mucho fuego, todavía, una semana después. Arde España, arde Galicia, como si la noticia fuera un chiste de mal gusto pero no, no lo es. Y aunque sea difícil de creer, no se trata de una desgracia fortuita sino de un producto de acciones humanas.
Para darse cuenta de la dimensión del desastre ecológico, tal vez sirva este dossier o este mapa que ofrece Diario El País. Sin embargo, sus consecuencias se verán en años y las causas permanecen todavía desconocidas, como si se escondieran en la trágica humareda en la que agonizan los bosques.
Aunque los medios argentinos solo informan del incendio con la crónica de la tragedia, desde aquí debemos preguntarnos: ¿Quién es responsable de este desastre no natural? Son muchas las sospechas, las posibles respuestas hablan de motivos políticos (peleas entre el PP y el PSOE), motivos técnicos (no se limpió el bosque en el invierno) o motivos económicos.
Sobre esta última hipótesis es interesante detenerse. Hay un blog muy recomendable, Incendios Forestales, que plantea hace tiempo que en Galicia "el bosque autóctono atlántico, con base en el roble carballo fue sustituido por repoblaciones de especies baratas de rápido crecimiento, aptas para la industria (pinus radiata y eucaliptus globulus). Con ese crimen ecológico a nuestro ecosistema rompieron la relación del pueblo con un monte que ya le era ajeno y, con ello, sembraron la simiente de otro problema: los incendios forestales".
Aunque en El País se habla de "pirómanos", en la página citada se explica que "La piromanía es un desequilibrio mental por suerte infrecuente. Es necesario distinguir entre el pirómano (enfermo mental que se deleita con el fuego) y el incendiario, persona que pega fuego al monte esperando algún beneficio". Por eso puede hablarse de "industria del fuego".
Lo que se plantea, entonces, es una relación entre el crecimiento de las poblaciones de pino y eucaliptos, que sostienen la industria pastera, la más fuerte en Galicia, con la proliferación de incendios en esta parte de España, mucho más grande que en otra parte del país (aproximadamente, una proporción del 50%).
Por supuesto, para los argentinos, es fácil darse cuenta ahora que una de las regiones afectadas es Pontevedra, dentro de Galicia, donde funciona la pastera Ence, que está en disputa para instalarse en Fray Bentos, Uruguay. En un artículo, Miguel Fernández Lores, alcalde de aquel lugar, confirma la correlación entre este tipo de árboles e incendios.
Sea como sea, hablamos de incendios intencionales. Si la causa es política, estaríamos tomamos a la naturaleza de rehén sin darnos cuenta de que nosotros somos parte de ella. Si es una razón técnica, el descuido humano nuevamente pone en peligro el planeta, incidiendo en el cambio climático, entre otras cosas.
Y si el motivo es económico, como se sostiene en Incendios Forestales (no para esta vez en particular pero sí para la problemática de los incendios en Galicia), una vez más la ambición de algunos impacta en la naturaleza y en los hombres y mujeres que están perdiendo sus casas o, mucho peor -en casos extremos- sus vidas.
Mientras siga ardiendo el fuego, es hora de preocuparse por apagar el incendio y cuidar a los pobladores que allí habitan. Cuando todo pase, será tiempo de poner el foco en los responsables humanos de la tragedia. Habrá que tomar medidas, para que el medio ambiente no sea una vez más víctima de algunos hombres.
SECCIÓN: Bosques , Pasteras
Para darse cuenta de la dimensión del desastre ecológico, tal vez sirva este dossier o este mapa que ofrece Diario El País. Sin embargo, sus consecuencias se verán en años y las causas permanecen todavía desconocidas, como si se escondieran en la trágica humareda en la que agonizan los bosques.
Aunque los medios argentinos solo informan del incendio con la crónica de la tragedia, desde aquí debemos preguntarnos: ¿Quién es responsable de este desastre no natural? Son muchas las sospechas, las posibles respuestas hablan de motivos políticos (peleas entre el PP y el PSOE), motivos técnicos (no se limpió el bosque en el invierno) o motivos económicos.
Sobre esta última hipótesis es interesante detenerse. Hay un blog muy recomendable, Incendios Forestales, que plantea hace tiempo que en Galicia "el bosque autóctono atlántico, con base en el roble carballo fue sustituido por repoblaciones de especies baratas de rápido crecimiento, aptas para la industria (pinus radiata y eucaliptus globulus). Con ese crimen ecológico a nuestro ecosistema rompieron la relación del pueblo con un monte que ya le era ajeno y, con ello, sembraron la simiente de otro problema: los incendios forestales".
Aunque en El País se habla de "pirómanos", en la página citada se explica que "La piromanía es un desequilibrio mental por suerte infrecuente. Es necesario distinguir entre el pirómano (enfermo mental que se deleita con el fuego) y el incendiario, persona que pega fuego al monte esperando algún beneficio". Por eso puede hablarse de "industria del fuego".
Lo que se plantea, entonces, es una relación entre el crecimiento de las poblaciones de pino y eucaliptos, que sostienen la industria pastera, la más fuerte en Galicia, con la proliferación de incendios en esta parte de España, mucho más grande que en otra parte del país (aproximadamente, una proporción del 50%).
Por supuesto, para los argentinos, es fácil darse cuenta ahora que una de las regiones afectadas es Pontevedra, dentro de Galicia, donde funciona la pastera Ence, que está en disputa para instalarse en Fray Bentos, Uruguay. En un artículo, Miguel Fernández Lores, alcalde de aquel lugar, confirma la correlación entre este tipo de árboles e incendios.
Sea como sea, hablamos de incendios intencionales. Si la causa es política, estaríamos tomamos a la naturaleza de rehén sin darnos cuenta de que nosotros somos parte de ella. Si es una razón técnica, el descuido humano nuevamente pone en peligro el planeta, incidiendo en el cambio climático, entre otras cosas.
Y si el motivo es económico, como se sostiene en Incendios Forestales (no para esta vez en particular pero sí para la problemática de los incendios en Galicia), una vez más la ambición de algunos impacta en la naturaleza y en los hombres y mujeres que están perdiendo sus casas o, mucho peor -en casos extremos- sus vidas.
Mientras siga ardiendo el fuego, es hora de preocuparse por apagar el incendio y cuidar a los pobladores que allí habitan. Cuando todo pase, será tiempo de poner el foco en los responsables humanos de la tragedia. Habrá que tomar medidas, para que el medio ambiente no sea una vez más víctima de algunos hombres.
SECCIÓN: Bosques , Pasteras
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