El medio ambiente y la migración japonesa

En este post, presentamos un artículo publicado en la sexta revista del Proyecto Kinsei, cuyo lanzamiento se realizó el último sábado, acerca de si existe una actitud ambientalista en la comunidad de descendientes de japoneses en Argentina. Este tipo de estudios podría enmarcarse en un campo más amplio, como el que se presentará en la mesa "Los movimientos migratorios ante las nuevas alternaciones en el medio ambiente" en las VII Jornadas de Sociología, dentro del proyecto de investigación "Transformaciones sociales en un mundo globalizado. Migración y medio ambiente" que dirige Roberto Aruj.

Por su parte, ayer se festejó en el Palacio San Martín el Quinto Aniversario del Programa de Voluntarios Senior de la Agencia Internacional de Cooperación del Japón (JICA) que busca la transferencia de capacidades humanas. En este marco, Juan Carlos Yamamoto, vice-representante del organismo en Argentina, explicó que "la preservación del medio ambiente (el tratamiento de fluentes, el uso racional de la energía, los espacios verdes y la educación ambiental, entre otros) es una de las áreas prioritarias en Argentina.


¿Amarillos y verdes? El ambientalismo en la comunidad nikkei

Los japoneses y sus descendientes tienen la fama generalizada, al menos en la Argentina, de ser limpios, no estrictamente en el aseo sino en toda su forma de actuar: son considerados honestos, honrados, respetuosos, eficientes. ¿También serán así con el medio ambiente?

“Japón es uno de los países que más trabaja para cuidar la naturaleza en el mundo”, explicó a Kinsei Tsuneo Kobayashi, voluntario asesor de JICA (Agencia de Cooperación Internacional del Japón). La organización, que brinda ayudas en diversos ámbitos, aboca también sus recursos para paliar problemas como el calentamiento global, contribuir al desarrollo socioambiental de sectores menos favorecidos, sanear zonas contaminadas, preservar ecosistemas valiosos o aportar a la investigación científica, entre otras acciones.

Siguiendo el camino que abre Japón en materia ecológica, ¿el nikkei tiene una predisposición a actuar con conciencia ambiental? ¿Cómo se aplica en las profesiones más típicas de los nikkei -tintoreros y cultivadores-? ¿Hay instituciones de la colectividad que respondan a esta inquietud? ¿Los nikkei pueden aprovechar lo que tiene Japón para aportar al desarrollo sustentable de toda la sociedad argentina?

Una lupa sobre cultivadores y tintoreros

En nuestro país, todavía se asocia a la colectividad con la tintorería y la floricultura u horticultura, actividades en la que ser “japo” es casi una marca de calidad. No obstante, la creciente preocupación por el medio ambiente toca de cerca las fuentes de trabajo de estas personas debido a que aparecen nuevas tendencias más “amigables” con el entorno.

En referencia a los cultivadores, se abrió un mercado de producción orgánica que propone reemplazar las sustancias químicas sintéticas por otras naturales para su uso como fertilizante o pesticida. Si bien esta modalidad está en pañales por sus altos costos, los países desarrollados la fomentan y su potencial crecimiento promete réditos económicos y saludables: los productos se venden a mejor precio porque tienen mejor sabor –en el caso de los comestibles– y provocan menos impacto ambiental.

Uno de los insumos cuya eliminación mundial a corto plazo ya se dispuso es el bromuro de metilo, un agroquímico ampliamente utilizado para la desinfección de sustratos. Este elemento destruye la capa de ozono y además es perjudicial para la salud: “Si es inhalado o absorbido por la piel puede causar dolor de pecho, dificultad para respirar y congestión pulmonar”, explicó Leandro Altoaguirre, Ingeniero Agrónomo y Presidente de la Asociación Alihuen. Además, “después de un corto tiempo de exposición provoca problemas neurológicos: dolores de cabeza, pérdida de la capacidad de respiración, temblores musculares y visión borrosa. La exposición a altos niveles de bromuro de metilo puede conducir a la muerte” (1).

Como alternativa piloto, el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) transfirió en comodato seis equipos generadores de vapor a “organizaciones que nuclean a productores florícolas, hortícolas, frutícolas y viveristas”(2). Una de ellas está en Escobar a cargo de la Asociación Argentina de Floricultores y Viveristas cuyo presidente, Carlos Gásperi, informó a Kinsei que con el dispositivo del INTA “se procesan 200 m3 semanales (aproximadamente 10 m3 por cultivador)” provenientes de productores de la zona norte del Gran Buenos Aires, “independientemente de ser o no socio de la asociación”. Ésta es la iniciativa más difundida que muestra una voluntad de cambio pero los nikkei no son activos partícipes de ella.

Con respecto a los tintoreros, por el año 1995 comenzaron una lucha por competencia desleal contra las llamadas “tintorerías ecológicas” que eran más rápidas y baratas. Convocada por el Centro Okinawense en la Argentina (COA), la Asociación Ecológica Argentino Japonesa (AEAJ) investigó su tecnología y descubrió que no son ecológicas sino que, a diferencia de las tintorerías tradicionales japonesas, utilizaban percloroetileno. Este compuesto fue calificado por Greenpeace como “un solvente organoclorado, volátil”y bioacumulable –es decir sintético, de fácil diseminación y persistente en el ambiente– al que se le atribuyen trastornos nerviosos, hepáticos, renales y de fertilidad e incluso “se ha relacionado con diversos tipos de cánceres en el ser humano”(3). Además “con su descomposición afecta la capa de ozono. En muchos países del primer mundo, su uso está prohibido”, admitió Silvia Oliviero, Licenciada en Química del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial)(4).

Humberto Shinsato, químico fundador de la AEAJ, citó estudios de campo realizados por otros organismos competentes en EE.UU. que hallaron altas concentraciones de percloroetileno en los placares de los clientes, y los alimentos y las napas de agua subterránea en las zonas aledañas a las tintorerías que tenían este sistema(5). Con la información recabada, la AEAJ desarrolló para la colectividad varios seminarios educativos en los aspectos técnico, científico y legal. También actuó como órgano de consulta ante funcionarios políticos de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires para crear una reglamentación hasta entonces inexistente. “Todo al estilo japonés”, concluyó Shinsato refiriéndose a la organización y a la búsqueda de argumentos contundentes.

¿La cultura japonesa que heredaron los nikkei es ambientalista?

Cuando Kinsei formuló esta pregunta a Humberto Shinsato (AEAJ), él aseveró desde su experiencia: “Sí, totalmente. Sale de adentro”. Por un lado, puede deberse a que muchos de los emprendimientos nikkei tienen una estructura familiar. Al menos así lo demuestra una carta de la Cámara de Tintorerías de la provincia de Buenos Aires de 1998: “Nuestros hogares se encuentran integrados a los locales, en la casi totalidad de los casos, y son nuestras propias familias quienes realizan las operaciones de limpieza y atienden los comercios. Proteger el ambiente es protegernos nosotros mismos” (5).

Por otro lado, Ayako Kishimoto, encargada de la Biblioteca del Jardín Japonés, citó dos tesis sobre cómo conciben los japoneses a la naturaleza(6) :
1) Según Shiro Nakagawa, exdirector del parque zoológico de Ueno: “Para el europeo es importante la idea de dominar la naturaleza, para los japoneses lo es vivir en armonía con ella”. La creencia ancestral panteísta -shintoísta- en Japón “que adjudicaba alma a todas las cosas”, más la llegada del budismo que “proclama que ‘cada ser tiene la propiedad de convertirse en Buda’” contribuyeron a que “los japoneses cuiden mejor su entorno a lo largo de la historia”.
2) Yoshikazu Takaya, especialista en ecología tropical, coincidió en que la forma que tiene el pueblo japonés de “percibir el todo en forma panteística”, permitió mantener la diversidad biológica y también cultural.

En la opinión de Tsuneo Kobayashi –el voluntario de JICA, asesor de la Fundación Espacios Verdes (FEV) que trabaja junto a la Fundación Cultural Argentino Japonesa– la condición insular del país del sol naciente y sus limitados recursos naturales para la supervivencia humana también influyeron en la formación de una conciencia más conservacionista. Sobre todo, enfatizó el especialista, “después del crecimiento económico de posguerra que trajo muchas enfermedades ocasionadas por la contaminación”.

En el marco de las X Jornadas de Calidad de Vida de la FEV realizadas en la sede de la Legislatura porteña, Kobayashi relató la historia ambiental de Japón a partir de la década del ’50. El boom del desarrollo industrial contaminó poblaciones enteras y los gobiernos locales demandaron judicialmente a las empresas por las graves enfermedades causadas. A partir de allí, se crearon leyes fundamentales para el medio ambiente que permitieron reglamentar las responsabilidades de cada actor social (gobiernos, sector privado, comunidad en general, etc.) no sólo en la remediación sino también en una educación ambiental que sirviera para prevenir la contaminación.

Construir un puente con Japón para la transmisión de saberes

La agencia japonesa de cooperación internacional, JICA, colabora con nuestro país con profesionales, conocimientos, tecnología y fondos en “la prevención, evaluación y remediación de la contaminación”. Un ejemplo de repercusión pública en los últimos meses es el estudio epidemiológico que realizó en el año 2000 para detectar metales pesados en sangre en niños vecinos de uno de los focos más contaminados de la Argentina: el Riachuelo y el polo petroquímico de Dock Sud. También trabaja en “la protección de los ambientes naturales y en temas inherentes al medio ambiente global, tales como los referidos al Cambio Climático y la destrucción de la capa de ozono”, anuncia en su portal de Internet.

Su contribución apunta a toda la sociedad argentina y tiene proyectos en ejecución en Capital Federal, Buenos Aires, Misiones, Formosa y la Patagonia, junto a organismos gubernamentales y no gubernamentales. Ofrece capacitación –aquí o trasladándolos a Japón– recursos económicos, transferencia tecnológica, investigación y difusión. A su vez otorga becas exclusivas para los nikkei que deseen perfeccionarse en Japón en diferentes disciplinas para que satisfagan las necesidades de la colectividad y de la sociedad en la que están insertos.

En este sentido, el legado cultural de los padres y abuelos nipones resulta de gran valor para el intercambio entre Japón y la Argentina. “El nikkei puede ‘producir el equilibrio entre el occidental y el oriental’”expresó la directora de la FEV, Ana Di Meola, en 2005 cuando estrechó la relación con la Fundación Cultural Argentino Japonesa y comenzó a recibir la asistencia técnica de JICA(7).

Tomar conciencia y cambiar de actitud

La Asociación Ecológica Argentino Japonesa (AEAJ) convoca a profesionales o estudiantes, pertenezcan o no a la colectividad, que deseen sumarse a su labor.
Desde sus inicios en 1995 desarrolló propuestas novedosas para su época, como:
Ø Seminarios teórico-prácticos sobre energía solar y residuos industriales en conjunto con otras organizaciones ecologistas
Ø Remediación de una vieja planta de curtiembre en desuso en José C. Paz (Bs. As.) El Intendente Mario Ishii temía por el estado de los tambores y piletones abandonados que contenían residuos peligrosos. Estos fueron reciclados o reutilizados en un microemprendimiento para la fabricación de ladrillos.
Ø Producción orgánica: miel y hongos comestibles en la provincia de Buenos Aires.

Por su parte, la Fundación Espacios Verdes (FEV) “es desde el 2000 la responsable de la educación ambiental dentro del Jardín Japonés. En este marco funciona el Proyecto Aula Verde, donde pasan 3.000 escuelas por año para aprender más acerca de cómo cuidar el único planeta en el que vivimos”(7). Además cuenta con una reserva ecológica en Merlo, San Luis, y trabaja junto a la Universidad Nacional de dicha provincia abarcando así los niveles de enseñanza inicial, primario, medio y superior, en contacto directo tanto con alumnos como con docentes. Asimismo sostiene un fuerte compromiso para mejorar la educación ambiental en la Argentina desde el ámbito legislativo, formativo y del Tercer Sector.

De todas formas, “hay mucho por hacer, sobre todo en la Argentina”, sostuvo Shinsato. Sus palabras resuenan elocuentes luego de la magnitud que cobró el conflicto por las papeleras en Fray Bentos (sobre el río Uruguay) y otras luchas populares contra la contaminación(8). La necesidad de adoptar políticas de desarrollo que tengan el menor impacto ambiental es cada vez más importante y la colectividad japonesa puede “ser un ejemplo para nuestra sociedad”, según confió el presidente de AEAJ.

En comparación, la Argentina parece transitar ahora lo que Japón vivió hace 40 años. El químico japonés Masaru Kitano, hermano del cineasta Takeshi, dijo a una revista dominical: “Si por la noche no podemos ver las estrellas, algo anda mal; si en los ríos no hay vida, algo anda mal. Durante mucho tiempo, la prioridad de Japón fue ganar dinero y se le prestó muy poca atención al medio ambiente. Hasta que los ríos se oscurecieron y tomaron mal olor. Entonces, nos dimos cuenta de la importancia de protegerlos”(9).

Es un deseo compartido que la Argentina pueda aprender del camino que recorrió Japón. Para que así sea, los nikkei tienen un vínculo ventajoso con la nación de sus antepasados y una responsabilidad que puede enriquecer a los argentinos, a los japoneses y a los nikkei mismos. Para lograr un crecimiento para todos.

Comentarios

Anónimo dijo…
HOLA BUENOS DIAS SOY TECNICO EN RECURSOS NATURALES Y ESTUDIANTE AMBIENTAL ME INTERESO ESTE ARTICULO Y LOS FELICITO YA QUE EN MUCHOS PAISES NO NOS HEMOS CONCIENTIZADO EN LA AMENAZA AMBIENTAL QUE NOS DEPARA EN EL FUTURO
Anónimo dijo…
Interesante articulo.

Estudio Ing MedioAmbiental y hace poco, en un concierto conoci un personaje que es musico, ciclista y promueve la ecologia por eso les escribo para destacarlo

http://www.youtube.com/watch?v=TwCWMZJZTJY


Javiera