La semana pasada, la promesa de la modelo Nicole Neumann de que caminaría desnuda por las calles del centro porteño en contra de los abrigos de piel generó un pequeño debate acerca de esta cuestión. La Fundación Vida Silvestre (FVSA) aclaró ese mismo día que "desde ya coincide en atacar el uso de pieles de especies en peligro de extinción y aquellas cuyo uso no es legal" pero que "es correcto usar prendas de vestir de especies silvestres permitidas por la ley".
Pasados los obvios análisis -la mayoría de quienes se autoconvocaron para esperar la manifestación de Neumann, conocida por tener una propiedad donde cuida animales, no estaban allí por la causa conservacionista-, tal vez sea útil abrir el debate en otro sentido. ¿Es "correcto", aunque sea legal, utilizar pieles de animales? La respuesta plantea diferentes formas de entender el ambientalismo.
Desde una perspectiva ampliamente aceptada del desarrollo sustentable, como la que pregonan muchas de las más importantes ONGs, seguramente es posible realizar cualquier actividad, mientras esta no comprometa el bienestar de las generaciones futuras. En este sentido, sí es repochable cazar a especies en peligros de extinción, ya que estaríamos despidiéndonos de uno de los recursos con los que cuenta la sociedad.
Sin embargo, tal vez una posición más radical, entendida como aquella alejada del antropocentrismo (u homocentrismo), plantea la necesidad de dar el debate por el derecho de los animales. La "ecología profunda", una de las corrientes de la filosofía ambiental, plantea que el ser humano no tiene derecho de vulnerar el valor de las formas de vida, a menos que lo haga por necesidades de supervivencia.
La corriente de los defensores de la liberación animal, cuyo principal exponente es Peter Singer, implica un principio ético: el principio moral de la igualdad sobre el tratamiento que le damos a los seres con capacidad de sufrimiento. Este pensamiento se refleja en el libro "juicio a los humanos", obra póstuma de José Antonio Jáuregui, es una fábula donde los animales tienen la palabra en una acusación que tiene tres cargos: calumnias, malos tratos y genocidio.
"Si los abrigos de piel están confeccionados legalmente y como resultado de un aprovechamiento racional y sustentable de la fauna silvestre es tan correcto ese abrigo (por ejemplo, la nutria que es un roedor fuera de peligro) como una campera, una cartera o un par de zapatos de cuero vacuno", es en cambio la política de FVSA. De todos modos, la polémica aquí se abre, puesto que, por un lado, se puede decir que muchas veces no se aprovecha todo el animal sacrificado, como puede suceder con el caso de las vacas.
Pero por otro lado, la mayoría de los alimales de granja sufren la industrialización de la actividad, a través del encierro y la dieta que originó el mal de la "vaca loca", mientras que los animales cazados pudieron disfrutar de su libertad hasta caer víctimas del hombre. Del mismo modo, sociedades como los esquimales practicaron la caza de focas de quienes aprovechaban sus pieles, pero también su carne y hasta sus huesos, sin perjudicar la armonía natural.
Uno de los argumentos consecuentes a la idea del desarrollo sostenible, es que el aprovechamiento de pieles a través de la cría, como la de la chinchilla, permite asegurar la supervivencia de la especie. De todos modos, esta postura es objetada por los defensores de los animales por ser un razonamiento instrumental en provecho del ser humano, para quien solo parece útil lo que tiene un interés económico.
Para agregar una vuelta más al debate, si decidimos utilizar solo vestimenta sintética, deberíamos prestar atención al impacto ambiental que esto puede general, sobre todo a través de la contaminación que pueden generar los productos químicos. Por supuesto, hay alternativas mucho más limpias, como en el caso de los tejidos tradicionales.
"Preferimos estar desnudos a usar pieles", fue el eslogan que utilizó la modelo en la marcha. “Mi idea es trasmitir un buen mensaje y que la gente tenga conciencia de que no hay que usar pieles para verse linda porque los animales las necesitan para vivir”, expresó finalmente desde Palermo, aunque no se explayó sobre si se negará a usar pieles en desfiles.
Desde una militancia más consecuente, la organización Equal Animal expresa: "Se les mata sólo porque su piel nos resulta estéticamente agradable. Las alternativas a estos productos se encuentran en cualquier tienda". Para la Asociación de Defensa de los Derechos del Animal, la caza implica la utilización de tranpas sangrientas, mientras que las granjas peleteras "han sido proyectadas para que (...) resulten rentables a sus propietarios, sin tener en cuenta (...) el enorme sufrimiento de sus condenados moradores".
Por supuesto, ningún medio masivo de la Argentina instaló en su agenda el debate por los derechos de los animales, ni siqueira ante los dichos de FVSA; por eso este artículo intenta subsanar este vacío. Si se puede extraer una conclusión de todo esto, la misma sería que existe una Declaración Universal de los Derechos de los Animales, de la cual debemos tener conciencia, y reflexionar desde allí si vale la vida de los animales el lujo de usar sus pieles. Tal vez esta belleza se exprese mejor en su naturaleza.
Pasados los obvios análisis -la mayoría de quienes se autoconvocaron para esperar la manifestación de Neumann, conocida por tener una propiedad donde cuida animales, no estaban allí por la causa conservacionista-, tal vez sea útil abrir el debate en otro sentido. ¿Es "correcto", aunque sea legal, utilizar pieles de animales? La respuesta plantea diferentes formas de entender el ambientalismo.
Desde una perspectiva ampliamente aceptada del desarrollo sustentable, como la que pregonan muchas de las más importantes ONGs, seguramente es posible realizar cualquier actividad, mientras esta no comprometa el bienestar de las generaciones futuras. En este sentido, sí es repochable cazar a especies en peligros de extinción, ya que estaríamos despidiéndonos de uno de los recursos con los que cuenta la sociedad.
Sin embargo, tal vez una posición más radical, entendida como aquella alejada del antropocentrismo (u homocentrismo), plantea la necesidad de dar el debate por el derecho de los animales. La "ecología profunda", una de las corrientes de la filosofía ambiental, plantea que el ser humano no tiene derecho de vulnerar el valor de las formas de vida, a menos que lo haga por necesidades de supervivencia.
La corriente de los defensores de la liberación animal, cuyo principal exponente es Peter Singer, implica un principio ético: el principio moral de la igualdad sobre el tratamiento que le damos a los seres con capacidad de sufrimiento. Este pensamiento se refleja en el libro "juicio a los humanos", obra póstuma de José Antonio Jáuregui, es una fábula donde los animales tienen la palabra en una acusación que tiene tres cargos: calumnias, malos tratos y genocidio.
"Si los abrigos de piel están confeccionados legalmente y como resultado de un aprovechamiento racional y sustentable de la fauna silvestre es tan correcto ese abrigo (por ejemplo, la nutria que es un roedor fuera de peligro) como una campera, una cartera o un par de zapatos de cuero vacuno", es en cambio la política de FVSA. De todos modos, la polémica aquí se abre, puesto que, por un lado, se puede decir que muchas veces no se aprovecha todo el animal sacrificado, como puede suceder con el caso de las vacas.
Pero por otro lado, la mayoría de los alimales de granja sufren la industrialización de la actividad, a través del encierro y la dieta que originó el mal de la "vaca loca", mientras que los animales cazados pudieron disfrutar de su libertad hasta caer víctimas del hombre. Del mismo modo, sociedades como los esquimales practicaron la caza de focas de quienes aprovechaban sus pieles, pero también su carne y hasta sus huesos, sin perjudicar la armonía natural.
Uno de los argumentos consecuentes a la idea del desarrollo sostenible, es que el aprovechamiento de pieles a través de la cría, como la de la chinchilla, permite asegurar la supervivencia de la especie. De todos modos, esta postura es objetada por los defensores de los animales por ser un razonamiento instrumental en provecho del ser humano, para quien solo parece útil lo que tiene un interés económico.
Para agregar una vuelta más al debate, si decidimos utilizar solo vestimenta sintética, deberíamos prestar atención al impacto ambiental que esto puede general, sobre todo a través de la contaminación que pueden generar los productos químicos. Por supuesto, hay alternativas mucho más limpias, como en el caso de los tejidos tradicionales.
"Preferimos estar desnudos a usar pieles", fue el eslogan que utilizó la modelo en la marcha. “Mi idea es trasmitir un buen mensaje y que la gente tenga conciencia de que no hay que usar pieles para verse linda porque los animales las necesitan para vivir”, expresó finalmente desde Palermo, aunque no se explayó sobre si se negará a usar pieles en desfiles.
Desde una militancia más consecuente, la organización Equal Animal expresa: "Se les mata sólo porque su piel nos resulta estéticamente agradable. Las alternativas a estos productos se encuentran en cualquier tienda". Para la Asociación de Defensa de los Derechos del Animal, la caza implica la utilización de tranpas sangrientas, mientras que las granjas peleteras "han sido proyectadas para que (...) resulten rentables a sus propietarios, sin tener en cuenta (...) el enorme sufrimiento de sus condenados moradores".
Por supuesto, ningún medio masivo de la Argentina instaló en su agenda el debate por los derechos de los animales, ni siqueira ante los dichos de FVSA; por eso este artículo intenta subsanar este vacío. Si se puede extraer una conclusión de todo esto, la misma sería que existe una Declaración Universal de los Derechos de los Animales, de la cual debemos tener conciencia, y reflexionar desde allí si vale la vida de los animales el lujo de usar sus pieles. Tal vez esta belleza se exprese mejor en su naturaleza.
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