El mundo moderno avanzó sobre la naturaleza con el dominio de la tecnología pero la explotación de los recursos naturales no se redujo a eso. La modernidad fue en realidad el proyecto europeo que avanzó hacia todo el mundo e incluyó la conquista de América que llevó al genocidio de numerosas sociedades indígenas con culturas adaptadas a su entorno.
Por eso en la actualidad la demanda de los pueblos originarios se expresa vinculada al ecologismo, a través de la lucha por el territorio intentando desarrollar una economía armónica. Para ello, primero deben interponerse a los emprendimientos mineros y deforestadores que afectan a sus comunidades, como lo entendió el matutino Página 12 que publicó ayer informes especiales sobre la temática.
¿Qué celebramos? Cada 12 de octubre se celebraría el Día de la Diversidad Cultural Americana si se aprobase un nuevo proyecto de decreto preparado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) para cambiarle el nombre al Día de la Raza. La modificación apunta a “una cuestión de justicia reparatoria con los pueblos originarios”, según defendió la diputada Marcela Rodríguez (ARI) ante Página 12.
Fundamentos no faltan. El escritor uruguayo Eduardo Galeano ya se refirió a la fecha en su libro Úselo y tírelo: "El 12 de octubre de 1492 había nacido esta realidad que hoy vivimos a escala universal: un orden natural enemigo de la naturaleza y una sociedad humana que llama "humanidad" a la quinta parte de la humanidad".
Los pueblos originarios en la Argentina refuerzan esa postura. “Para nosotros -expresó Octorina Zamora, de la comunidad indígena Wichi junto al INADI- el 12 de octubre es un día de reflexión acerca del etnocidio y genocidio que comenzó en 1492 pero que aún no ha cesado ya que es doloroso ver que nuestros hermanos mueren por inanición". Y aquí exhortó: "Queremos que paren los desmontes y se regularicen los títulos de nuestras tierras”.
Problemas territoriales. Oportunamente, Página 12 reveló en su artículo La reconquista de ayer que en la actualidad hay 397 casos en doce provincias en los que diversos grupos indígenas resisten al desalojo y reclaman un territorio que suma 8.653.490 hectáreas, "una superficie similar a media provincia de Córdoba". La nota resalta: "En la lista de derechos básicos, el primero siempre es el mismo: `Territorio´, el espacio del que se sienten parte, y que lo vinculan a las costumbres, cultura e historia, y no lo consideran un bien económico, por eso lo diferencian del término `tierra´".
"El corrimiento de la frontera agropecuaria, los monocultivos de soja y pino, la minería metalífera a gran escala y las petroleras" son algunos de los emprendimientos que amenazan su salud, modo de vida, identidad cultural y porvenir. Pero también, los servicios ambientales que brindan esos ecosistemas a toda la humanidad y los seres vivos del planeta, importantes entonces para resguardar la diversidad cultural y biológica.
En Atrapados entre la minería y los desmontes, otro artículo también firmado por Darío Aranda en el mismo matutino, se describe la gravedad de los conflictos en Jujuy, Salta y Santiago del Estero. Uno de ellos es el que motivó a Greenpeace a juntar el millón de firmas que ya logró, para ejercer presión y que el Senado nacional apruebe el proyecto de Ley de Bosques, una normativa que pide una moratoria para los desmontes hasta tanto se realice un ordenamiento territorial.
La contaminación y la desertificación no son las únicas acechanzas. También la inundación y la migración provocadas por la construcción de represas como se planea en los alrededores de Corcovado, provincia de Chubut. En una entrevista realizada por Indymedia en 2004, Moira Millán de la comunidad mapuche Pillan Mahuiza denunció el megaproyecto que contempla seis represas hidroeléctricas en la cuenca que inundarían gran parte del valle, perjudicando no sólo a las comunidades indígenas sino a todos los lugareños y los emprendimientos turísticos como la pesca deportiva del salmón.
En los parques. Ante este panorama, el anuncio del manejo conjunto de las áreas protegidas entre la Administración de Parques Nacionales y las comunidades indígenas fue la buena noticia del II Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales. En el documento final del encuentro, se reafirma el principio: "La región es líder global en la gestión conjunta y corresponsable de áreas protegidas con pueblos indígenas, afrodescendientes y grupos étnicos diversos, cuyos territorios, tierras y recursos han sido en muchos casos conservados a través del empleo de sus prácticas y conocimientos tradicionales".
Según el portal digital Mapuexpress, los mapuches lo consideraron un importante avance "en materia de respeto y reconocimiento a derechos" de los pueblos originarios. A su vez, se comprometieron a fortalecer sus organizaciones "ante un avance despiadado de un modelo económico global, que tiene sus intereses en nuestros territorios, conocimientos, recursos naturales y genéticos".
Para las organizaciones de los pueblos nativos, el co-manejo de los parques es una herramienta fundamental en la defensa de su territorio, para impedir que lo destruya la deforestación o la minería. La autoridad nacional que administra los parques reafirmó la importancia de trabajar en conjunto con las comunidades indígenas locales, porque es además una alianza estratégica para fortalecer la conservación de la diversidad de la región.
Artículo relacionado: Los bosques y los indígenas, Bariloche y el Chaco
Ver también: El movimiento indígena de justicia ambiental adquiere carácter global
Por eso en la actualidad la demanda de los pueblos originarios se expresa vinculada al ecologismo, a través de la lucha por el territorio intentando desarrollar una economía armónica. Para ello, primero deben interponerse a los emprendimientos mineros y deforestadores que afectan a sus comunidades, como lo entendió el matutino Página 12 que publicó ayer informes especiales sobre la temática.
¿Qué celebramos? Cada 12 de octubre se celebraría el Día de la Diversidad Cultural Americana si se aprobase un nuevo proyecto de decreto preparado por el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI) para cambiarle el nombre al Día de la Raza. La modificación apunta a “una cuestión de justicia reparatoria con los pueblos originarios”, según defendió la diputada Marcela Rodríguez (ARI) ante Página 12.
Fundamentos no faltan. El escritor uruguayo Eduardo Galeano ya se refirió a la fecha en su libro Úselo y tírelo: "El 12 de octubre de 1492 había nacido esta realidad que hoy vivimos a escala universal: un orden natural enemigo de la naturaleza y una sociedad humana que llama "humanidad" a la quinta parte de la humanidad".
Los pueblos originarios en la Argentina refuerzan esa postura. “Para nosotros -expresó Octorina Zamora, de la comunidad indígena Wichi junto al INADI- el 12 de octubre es un día de reflexión acerca del etnocidio y genocidio que comenzó en 1492 pero que aún no ha cesado ya que es doloroso ver que nuestros hermanos mueren por inanición". Y aquí exhortó: "Queremos que paren los desmontes y se regularicen los títulos de nuestras tierras”.
Problemas territoriales. Oportunamente, Página 12 reveló en su artículo La reconquista de ayer que en la actualidad hay 397 casos en doce provincias en los que diversos grupos indígenas resisten al desalojo y reclaman un territorio que suma 8.653.490 hectáreas, "una superficie similar a media provincia de Córdoba". La nota resalta: "En la lista de derechos básicos, el primero siempre es el mismo: `Territorio´, el espacio del que se sienten parte, y que lo vinculan a las costumbres, cultura e historia, y no lo consideran un bien económico, por eso lo diferencian del término `tierra´".
"El corrimiento de la frontera agropecuaria, los monocultivos de soja y pino, la minería metalífera a gran escala y las petroleras" son algunos de los emprendimientos que amenazan su salud, modo de vida, identidad cultural y porvenir. Pero también, los servicios ambientales que brindan esos ecosistemas a toda la humanidad y los seres vivos del planeta, importantes entonces para resguardar la diversidad cultural y biológica.
En Atrapados entre la minería y los desmontes, otro artículo también firmado por Darío Aranda en el mismo matutino, se describe la gravedad de los conflictos en Jujuy, Salta y Santiago del Estero. Uno de ellos es el que motivó a Greenpeace a juntar el millón de firmas que ya logró, para ejercer presión y que el Senado nacional apruebe el proyecto de Ley de Bosques, una normativa que pide una moratoria para los desmontes hasta tanto se realice un ordenamiento territorial.
La contaminación y la desertificación no son las únicas acechanzas. También la inundación y la migración provocadas por la construcción de represas como se planea en los alrededores de Corcovado, provincia de Chubut. En una entrevista realizada por Indymedia en 2004, Moira Millán de la comunidad mapuche Pillan Mahuiza denunció el megaproyecto que contempla seis represas hidroeléctricas en la cuenca que inundarían gran parte del valle, perjudicando no sólo a las comunidades indígenas sino a todos los lugareños y los emprendimientos turísticos como la pesca deportiva del salmón.
En los parques. Ante este panorama, el anuncio del manejo conjunto de las áreas protegidas entre la Administración de Parques Nacionales y las comunidades indígenas fue la buena noticia del II Congreso Latinoamericano de Parques Nacionales. En el documento final del encuentro, se reafirma el principio: "La región es líder global en la gestión conjunta y corresponsable de áreas protegidas con pueblos indígenas, afrodescendientes y grupos étnicos diversos, cuyos territorios, tierras y recursos han sido en muchos casos conservados a través del empleo de sus prácticas y conocimientos tradicionales".
Según el portal digital Mapuexpress, los mapuches lo consideraron un importante avance "en materia de respeto y reconocimiento a derechos" de los pueblos originarios. A su vez, se comprometieron a fortalecer sus organizaciones "ante un avance despiadado de un modelo económico global, que tiene sus intereses en nuestros territorios, conocimientos, recursos naturales y genéticos".
Para las organizaciones de los pueblos nativos, el co-manejo de los parques es una herramienta fundamental en la defensa de su territorio, para impedir que lo destruya la deforestación o la minería. La autoridad nacional que administra los parques reafirmó la importancia de trabajar en conjunto con las comunidades indígenas locales, porque es además una alianza estratégica para fortalecer la conservación de la diversidad de la región.
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