A sacarnos las pilas

Tenemos pilas en todos lados. Tantas, que se convirtieron en un símbolo de vitalidad y productividad, cuando en realidad representan casi lo contrario. Hoy en día, “ponerse las pilas” o “tener pilas” conllevan un significado positivo. Sin embargo, debemos saber que:

1) La gestión integral de la producción de la pila insume más energía que la que efectivamente utilizamos; es decir, no es algo que pueda ser señalado como eficiente.
2) Una gestión inadecuada de las pilas usadas es un peligro para la salud, vía la contaminación ambiental; es decir, no es algo que pueda asociarse a la vitalidad.

¿Por qué entonces está tan extendido el uso de las pilas en sí y como símbolo en la vida diaria? La respuesta es bastante sencilla y se sintetiza en el “estilo de vida” predominante en las sociedades modernas occidentales, como las que encontramos en las grandes ciudades argentinas.


En promedio, según cita un informe de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación del 2008, una persona consume un promedio de diez pilas por año. Recibe de ellas el confort de poder utilizar distintos artefactos electrónicos, esté donde uno esté.

La civilización puede transportarse así más allá de las ciudades, estos aglutinados de energía donde la conectividad está expandida. Aún en ellas, esta posibilidad no sería completa sin la complementariedad que ofrecen pilas y baterías.

La civilización, en este caso, se compone de industrias culturales y tecnologías de la información. Comodidad -para el entretenimiento y la comunicación- es entonces el principal servicio que ofrecen estas fuentes de energía portátiles al ser humano.

¿Qué hacer? En nuestro país, según el informe ya mencionado, no existen tecnologías de reciclaje o de inmovilización que puedan atenuar el peligro tóxico. La “solución” más común es la disposición en basurales a cielo abierto o rellenos sanitarios, aun cuando esto conlleva el riesgo de contaminación prácticamente impredecible.

Pero es sin dudas mejor que acumularlas, ya que en ese caso aumenta notablemente el riesgo y se consideran residuos peligrosos. También pareciera ser menos confiable la opción de recluirlas y utilizarlas como material de construcción, pues puede haber derrames tóxicos.

La opción como ciudadanos, es exigir al Estado una mejora en la gestión ambiental de estos residuos especiales. La opción como consumidores, es actuar con responsabilidad, con la conciencia de que la única pila que no contamina es la que no se usa.

Utilicemos entonces en la medida de lo necesario las pilas, y en forma preferencial aquellas que sean recargables y tengan una procedencia certificada. Para ponernos en un camino con más vitalidad y productividad, hay que empezar a sacarnos las pilas de nuestra rutina diaria.


Pilas y pilas

Entre la gran cantidad de pilas que circulan en el mercado, existen algunas más peligrosas que otras por su contenido químico. Las más famosas por su potencial tóxico son las “pilas botón”, que tienen un contenido de 30 por ciento de mercurio, un veneno reconocido, según señala también el Informe de la Secretaría de ambiente de la Nación.

Las llamadas “pilas comunes” tienen manganeso y zinc, dos componentes relativamente menos peligrosos, pero su gran contra es su baja productividad; mientras que las pilas “alcalinas” cumplen el mismo tipo de funcionen con una duración 10 veces mayor. La vida útil, que evita el consumo de otras pilas, aumenta aún más entre las recargables, que pueden llegar hasta decenas de años, pero el contenido de niquel y cadmio no evita que haya riesgos una vez pasado este tiempo.


Para más información práctica, visitar esta página.

Comentarios

Anónimo dijo…
no te desenchufes, sacáte las pilas!
Hola!

Me alegro mucho que hayan vuelto a la red otra vez :)

Buenísimo el artículo sobre un tema candente que no deja de ser conflictivo para la opinión pública.

De todo lo que alguna vez leí sobre este tema, elabore las siguientes conclusiones sobre el problema de las pilas:

• No hay políticas locales consistentes.
• No hay apoyo a nivel nacional ni una ley que abarque la actividad y contribución de todos los municipios.
• Los municipios, al no tener decretos ni apoyo nacional, fracasan en sus intentos por dar solución al problema.
• Hay algunos planes de recolección, pero como no hay destino final seguro y aparte la mayoría de las pilas terminan en la basura común, esos planes fracasan.
• Lo más importante de todo, NO HAY CONCIENCIA AMBIENTAL SOCIAL, entonces las personas que buscan soluciones son muy pocas y no tienen apoyo.

Es como una cadena, un círculo vicioso que se resume a un solo resultado: CONTAMINACIÓN.

Saludos!