OBSERVATORIO. La lógica absoluta no existe. Aún en tiempos de fuerte partidización -no ya politización- de los medios de comunicación, el caso de las críticas a la película "Vienen por el oro, vienen por todo" no deja de dar una lección sobre periodismo. En un contexto en que la política del gobierno nacional es claramente pro-minera, los diarios "oficialistas" hablaron muy bien de un documental celebratorio de la lucha asamblearia contra la mega-minería.
Por el contrario, los matutinos "opositores" realizan una crítica desfavorable, ya sea falseando un dato preciso sobre la opinión de Esquel, como lo es el resultado del plebiscíto del que habla el documental, o intentando una argumentación que plantea una falta de objetividad, no sólo extemporánea sino también ajena al enfoque del film. Porque, como planteamos en nuestra reseña: "La película es coral: muestra las voces" en pugna. Esta breve nota, con el mismo espíritu, reúne los artículos de los matutinos porteños, en donde La Nación es respondida por Página/12 y Clarín por Tiempo Argentino, aún cuando los últimos se publicaron primero.
La Nación (11/5).
Página/12 (4/5)
Clarín (12/5).
Tiempo Argentino (6/5):
Frente a este panorama, las "explicaciones" del caso, si hay que darlas, pueden ser de dos tipos. Por un lado, si bien es cierto que con la Ley de Glaciares, por ejemplo, los medios "opositores" le dieron mucho espacio al tema para contrarrestar al gobierno, tampoco fueron a las causas profundas del modelo minero, de manera similar a lo planteado por Darío Aranda para el caso de los Qom. En paralelo a esto, también la sección de Cultura o Espectáculos suele dar más libertad a los periodistas que la sección Política o Económica, y allí donde tiene más presencia su mirada -ideológica- del mundo, que la línea editorial del medio para el que trabaja.
Por otra parte, es cierto también que en el espacio oficialista existen grietas: como ya es sabido Daniel Filmus terminó consensuando la Ley de Glaciares con Miguel Bonasso contra el proyecto de los Gioja. Más aún, en la película se muestra la lucha de Esquel entre fines de 2002 y principios de 2003 en la que, si bien el principal enemigo político era el gobernador radical, también estaba en la mira el intendente justicialista. Hoy esta figura, Rafael Williams, manifiesta su adhesión al Frente para la Victoria y obtuvo una nueva reelección en su localidad, donde el Partido Vecinalista (en Proyecto Sur) se consolidó en el tercer lugar después de los dos justicialismos.
En una combinatoria de ambas miradas, una acrtiz como Julieta Díaz, comprometida no sólo con la causa de su gremio artístico, sino con la sociedad en su conjunto, e identificadas también con el kirchnerismo, pone su voz para amplificar los reclamos ciudadanos, como lo viene demsotrando con Conciencia Solidaria, aún a contracorriente de la actual coyuntura político- mediática. Ella es la voz que narra una película que, también por tener auspicio de este organismo estatal, se proyecta hasta el miércoles en el Espacio INCAA Km 0 Gaumont. Una oportunidad para que cada uno saque sus propias conclusiones, más allá de los recortes periodísticos.
Ver también:
ComAmbiental: Se estrenó "Vienen por el oro, vienen por todo": El ejemplo de Esquel en la toma de conciencia (8/5/2011)
ComAmbiental: Julieta Díaz: "La megaminería es la segunda colonización de América" (8/5/2011)
Por el contrario, los matutinos "opositores" realizan una crítica desfavorable, ya sea falseando un dato preciso sobre la opinión de Esquel, como lo es el resultado del plebiscíto del que habla el documental, o intentando una argumentación que plantea una falta de objetividad, no sólo extemporánea sino también ajena al enfoque del film. Porque, como planteamos en nuestra reseña: "La película es coral: muestra las voces" en pugna. Esta breve nota, con el mismo espíritu, reúne los artículos de los matutinos porteños, en donde La Nación es respondida por Página/12 y Clarín por Tiempo Argentino, aún cuando los últimos se publicaron primero.
La Nación (11/5).
Los realizadores comenzaron a interrogar a los lugareños, quienes por entonces decidieron hacer un plebiscito en el que el 81 por ciento dio el sí para continuar con la explotación, aunque los más desprotegidos sabían que nada sería tan perjudicial para su futuro como comprometer su salud. "Así nació este documento -apuntan sus realizadores- con el que pretendemos que Esquel logre una revisión de la legislación minera y un replanteo acerca de la importancia de la conservación del medio ambiente."
Página/12 (4/5)
Cualquier pueblo se modifica muchísimo con la llegada de una empresa multinacional que tenga la idea de realizar una extracción de metales preciosos en una mina cercana. Pero el caso de Esquel es paradigmático para entender cuánto vale la participación popular a la hora de evitar desastres ecológicos, que traen como consecuencia no sólo efectos muy nocivos para el medio ambiente y la salud humana, sino también en el plano social y económico. En 2002, una empresa canadiense llegó a Esquel para extraer oro y plata con una metodología que, en la jerga técnica, se conoce como “minería a cielo abierto”. Para entender el desastre que deja en la zona, basta con mencionar que utiliza cianuro para la extracción.
A cambio de poder hacer su negocio, ofrecía 400 puestos de trabajo y la inyección de 120 millones de dólares en la economía local. Por aquellos tiempos, posteriores a la crisis de diciembre de 2001, de los 30 mil habitantes que tenía Esquel, el 40 por ciento estaba desempleado. Al principio, algunos vieron la posibilidad de salvarse, pero muchos otros también entendieron que, a largo plazo, la cosa empeoraría. Y mucho. Poco a poco, el pueblo se fue enterando de los desastres que ocasiona la minería a cielo abierto y fue tanta la conciencia social adquirida que se creó un potente movimiento social contra la mina. Debido a la presión popular, el 23 de marzo de 2003 se realizó un plebiscito no vinculante y el 82 por ciento del pueblo –muchos desempleados– le dijeron que no al proyecto minero.
Clarín (12/5).
"Pero el filme no intenta jamás escuchar a las dos partes ni analizar en profundidad la situación. Toma claramente partido desde el principio y relata la epopeya de los que se opusieron a la mina y lograron, en un plebiscito de 2003, que no se permita su instalación. Hay poco, muy poco, del otro lado de la batalla dialéctica para que el espectador pueda analizar seriamente los hechos y entender mejor la complejidad del tema".
Tiempo Argentino (6/5):
Lo interesante de Vienen por el oro, vienen por todo, es la eficiencia con que los directores explican de manera didáctica que las compañías extranjeras se benefician con una ley de minería promulgada en tiempos del menemismo, mientras retratan el proceso de lucha de un grupo de vecinos que se oponen firmemente a la mina, sin olvidar en ningún momento los atendibles argumentos de la otra parte. Para una familia de desocupados crónicos, ¿qué diferencia hay entre morirse lentamente de hambre o lentamente envenenados? Lo curioso es que el grupo de gente que apoyaba la llegada de la mina era de una heterogeneidad social llamativa, ya que reunía a personas de clase media alta (aquellos que de uno u otro modo se beneficiarían con el emprendimiento) y la masa de desocupados o subocupados, cuya situación reclamaba una solución urgente.
En la polaridad de ese grupo es donde se volvía evidente que los problemas de fondo en Esquel eran otros, y que nada tenían que ver con la tramposa oportunidad de la minería a cielo abierto. Problemas que debían ser resueltos y que D’Alo Abba y Harbaruk han sabido expresar con claridad en el relato que hilvanan. Tanto como el corte transversal que realizan para retratar el conflicto social y el seguimiento de una resolución ejemplarmente democrática.
Frente a este panorama, las "explicaciones" del caso, si hay que darlas, pueden ser de dos tipos. Por un lado, si bien es cierto que con la Ley de Glaciares, por ejemplo, los medios "opositores" le dieron mucho espacio al tema para contrarrestar al gobierno, tampoco fueron a las causas profundas del modelo minero, de manera similar a lo planteado por Darío Aranda para el caso de los Qom. En paralelo a esto, también la sección de Cultura o Espectáculos suele dar más libertad a los periodistas que la sección Política o Económica, y allí donde tiene más presencia su mirada -ideológica- del mundo, que la línea editorial del medio para el que trabaja.
Por otra parte, es cierto también que en el espacio oficialista existen grietas: como ya es sabido Daniel Filmus terminó consensuando la Ley de Glaciares con Miguel Bonasso contra el proyecto de los Gioja. Más aún, en la película se muestra la lucha de Esquel entre fines de 2002 y principios de 2003 en la que, si bien el principal enemigo político era el gobernador radical, también estaba en la mira el intendente justicialista. Hoy esta figura, Rafael Williams, manifiesta su adhesión al Frente para la Victoria y obtuvo una nueva reelección en su localidad, donde el Partido Vecinalista (en Proyecto Sur) se consolidó en el tercer lugar después de los dos justicialismos.
En una combinatoria de ambas miradas, una acrtiz como Julieta Díaz, comprometida no sólo con la causa de su gremio artístico, sino con la sociedad en su conjunto, e identificadas también con el kirchnerismo, pone su voz para amplificar los reclamos ciudadanos, como lo viene demsotrando con Conciencia Solidaria, aún a contracorriente de la actual coyuntura político- mediática. Ella es la voz que narra una película que, también por tener auspicio de este organismo estatal, se proyecta hasta el miércoles en el Espacio INCAA Km 0 Gaumont. Una oportunidad para que cada uno saque sus propias conclusiones, más allá de los recortes periodísticos.
Ver también:
ComAmbiental: Se estrenó "Vienen por el oro, vienen por todo": El ejemplo de Esquel en la toma de conciencia (8/5/2011)
ComAmbiental: Julieta Díaz: "La megaminería es la segunda colonización de América" (8/5/2011)
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