La sanción definitiva de la estatización del 51 por ciento de las acciones de la petrolera YPF tuvo un respaldo mayoritario en el Congreso Nacional. El acompañamiento del proyecto en general fue de 207 votos a favor contra 32 por la negativa, registrándose 6 abstenciones. Hubo disidencias en particular, que no fueron consideradas para el debate. En especial el artículo 3° tiene una clara relevancia para la sustentabilidad del país, como el fomento del gas "no convencional".
Por Eduardo Soler
En uno de los puntos más controvertidos que ya había sido señalado en un artículo temprano de ComAmbiental, el inciso "h" del artículo 3° expresa como objetivo de YPF "la obtención de saldos exportables para el mejoramiento de la balanza de pagos". Como se sabe, históricamente Argentina nunca se consideró un "país petrolero", sino que los especialistas señalan que se trata de un "país con petróleo". De hecho, una de las críticas a la administración de Repsol y la privatización en general es que se vació el patrimonio de la empresa, a costa de vender hidrocarburos en el exterior.Sin embargo, esta mención literal a la obtención de saldos exportables no es al azar sino que tiene fundamentos. La misma se explica por el inciso "c" del mismo artículo 3°. Este reza como otro objetivo de la política hidrocarburífera "la integración del capital público y privado, nacional e internacional, en alianzas estratégicas dirigidas a la exploración y explotación de hidrocarburos convencionales y no convencionales". En primer lugar, cabe aclarar que esta integración con lo "privado" y lo "internacional" ya se está gestionando. Ya hemos publicado también la reunión del Ministro De Vido con directivos de Exxon Mobil.
¿En qué está interesada la corporación norteamericana? También lo dicen explícitamente: en la explotación de estos hidrocarburos "no convencionales". Y se basan en un dato producido en su país: según la Energy Information Administration de Estados Unidos, Argentina tiene el tercer reservorio mundial del también llamado "shale gas". Como ya se ha informado, a diferencia del petróleo y gas convencional, el shale oil y el shale gas se encuentran más difuminados en los yacimientos. Por lo tanto, es necesario realizar un proceso que se denomina "fractura hidráulica" que implica inyectar grandes cantidades de agua, así como numerosos químicos tóxicos, de los cuales incluso no se tiene conocimiento.
Por lo tanto, la política petrolera que se está fomentando en base a este artículo tercero colocaría a nuestro país como una nueva potencia hidrocarburífera, solamente que a costa de grandes pasivos ambientales. Este punto solamente fue discutido por una bancada minoritaria como la de Proyecto Sur. En su nombre, la diputada Alcira Argumedo expresó que el "shale gas es tanto o más contaminante que la minería a cielo abierto". La comparación ya fue hecha aquí y es totalmente fundamentada. Porque en ambos casos se trata de metodologías más contaminantes, que son las necesarias para extraer recursos no renovables muy escasos en la actualidad y por ello de difícil llegada.
El pensamiento incómodo, aquí, viene siguiendo el razonamiento. Y va mucho más allá de las consecuencias que esta política tiene en el cambio climático global. Hablamos también de una contaminación directa, local. En vista de lo dicho, uno podría conjeturar que esta ley tiene como objetivo político devolverle el capital simbólico a YPF, como emblema de Argentina. De este modo, la empresa no recibiría las mismas críticas cuando le toque anunciar la explotación de este gas no convencional, como la tienen justamente corporaciones mineras trasnacionales. En este punto, es necesario recordar que los yacimientos principales están en Neuquén, y varios afectan a territorios de pueblos originarios, en particular los mapuches.
Como también ya fue dicho, pero no está de más recordar, no significa esto que -de por sí- la recuperación parcial de YPF sea una mala noticia. El punto de quiebre es la política hidrocarburífera, es decir, para qué queremos extraer petróleo. Una opción, la de fomentar el shale gas en combinación con el fomento a la exportación y la rentabilidad, es continuar el modelo extractivista, sea bajo gestión estatal o privada. La otra opción, hoy poco explorada, es utilizar el petróleo convencional disponible para financiar energías limpias y renovables que aseguren la genuina sustentabilidad del país en búsqueda del interés público. Son caminos que se bifurcan.
Ver también: texto completo del proyecto de ley.
Ver también: texto completo del proyecto de ley.
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