Desenvolviendo el discurso del desarrollo

ANÁLISIS 
Por Pablo Gavirati desde Río de Janeiro

"Desarrollo sustentable implica el crecimiento de la economía para que se pueda distribuir la riqueza". En esta frase pronunciada hoy por la Presidente de Brasil, Dilma Rousseff, durante el discurso de apertura formal de la Conferencia, sintetiza la ideología principal que gobierna, sino el planeta, América Latina. El discurso del "desenvolvimiento" (desarrollo) expresado de esta manera, atado al crecimiento económico, no tiene nada que envidiarle a la teoría neoliberal del "derrame".


Marcha alternativa a Río+20.
Foto: ComAmbiental
Al postular que para reducir la pobreza es imprescindible hacer "crecer" la economía, no dice más que hay que agrandar la torta para que una porción de ella pueda ir a los sectores más desfavorecidos del reparto. Pero no centra los esfuerzos en cambiar el reparto. De hecho, las "economías" nacionales, en su gran mayoría, incluidas la brasileña como la argentina, no necesitan seguir la receta del Norte. No es más que la receta ideológica del capitalismo, que con la palabra "crecimiento" pone como objetivo estratégico nacional el interés de las corporaciones por aumentar su rentabilidad.

Crecer, incluir y proteger no parecen ser hoy posibles como objetivos conjuntos, a la luz de los análisis actuales, como pretendía el discurso del desarrollo sustentable, patentado hace veinte años en esta misma Ciudad. La "Economía Verde" aparecía como un nuevo concepto, pero en realidad no era más que un nuevo nombre para aquel otro, ya gastado. Entre uno y otro, el debate se hizo improductivo, y la palabra de Dilma marca la agenda de la Cumbre.

No se escuchó en la Cumbre, que por momentos parece caminar como zombi hacia la aprobación de un borrador oficial, alguna alternativa de peso. Predomina el discurso políticamente correcto, más allá de las formalidades de la diplomacia. Tal vez aparezca algún país andino, del ALBA, que como expresó Alberto Acosta pueda dar un discurso diferente, aunque también sabemos que en la práctica no se diferencia tanto de lo que propone el MERCOSUR.

Frente a esta situación, la marcha de los pueblos muestra un signo de esperanza. En las charlas informales, se puede escuchar hablar de buen vivir, de vida plena, de otra cosmovisión. Aún el poder no llega a estos saberes emergentes.

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