El anuncio de que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se dispone a convertir el Zoológico porteño en un "Ecoparque" marcó la noticia en la agenda ambiental de la semana. Las primeras reacciones fueron más bien de tono optimista, aunque perduran también interrogantes sobre la iniciativa. En esta columna, se pone el foco en la iniciativa partida desde la organización "Sin Zoo", que presentó hace años el proyecto para implementar un "Jardín Ecológico".
COLUMNA
Por Laura Borsellino
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Movilización del grupo "Sin Zoo" contra el encierro de animales. Fuente: Laura Borsellino |
Sorpresivamente, esta semana el estado porteño tomó la decisión de rescindir la concesión de la empresaque hace más de 10 años lucra con el predio ya que, aclaran, “no estaban pagando el canon mensual”, y hacerse cargo del lugar y de los empleados que allí se desempeñan. Se desconocen aún los detalles del “Ecoparque” que el Gobierno ha prometido, pero ya la noticia recorre el mundo. Según declaraciones a la prensa, los animales que estén en condiciones serían trasladados a santuarios y reservas, se modificaría la esencia del paseo apuntando a la educación sobre el medio ambiente y los animales y se lo integraría a los otros parques del barrio de Palermo. En principio, parece muy similar a lo que el proyecto de SinZoo y Camps proponía, si bien los activistas siempre han sido cautos al respecto, explicando que no es fácil trasladar a los animales y que no pueden ser liberados de un día al otro en ambientes naturales, especialmente luego de tantos años de languidecer en condiciones tan poco favorables encerrados dentro de un zoológico.
Es alentador que el estado por fin escuche el reclamo social por un cambio urgente en una institución que ha perdido toda credibilidad a nivel global y que se ponga al frente del necesario abandono del paradigma de exhibición de animales silvestres con fines recreativos y comerciales. Esta decisión de transformar el zoológico es el logro de los cientos de activistas por los animales que se propusieron terminar con esta cárcel inútil, y que tenazmente pusieron el cuerpo cada fin de semana para apostarse en las puertas del zoo porteño y explicar al visitante las razones por las cuales este tipo de institución no tiene hoy ningún sentido.
En Argentina los problemas de conservación de fauna nativa son muchos, y son urgentes. Unas 70 especies de mamíferos y más de 100 especies de aves se encuentran en peligro en nuestro país. Las razones por las cuales tantos animales están desapareciendo son: la pérdida de hábitat, la contaminación, la sobre-explotación, la caza, el tráfico ilegal, la introducción de especies exóticas invasoras y el cambio climático, principalmente. Debemos actuar con inteligencia y seriedad para afrontar estos problemas y por eso es tan necesario contar con centros de conservación, fomentar estudios científicos y encarar los problemas que están degradando al ambiente, su flora y fauna, y para lograr esto, no hace falta tener ningún tigre blanco encerrado para diversión de nadie.
El zoológico porteño es un emblema del modo en que esta ciudad se ha relacionado con los residentes no humanos que desde siempre la han habitado. Transformarlo para poder recuperar una relación más armoniosa y solidaria con ellos es un primer paso, pero de ninguna manera será el único. Podemos destacar: el respeto por los espacios verdes urbanos, el manejo responsable de la basura, el cuidado de árboles, recuperar la vegetación nativa, abolir definitivamente las ferias y el comercio de animales silvestres provenientes del tráfico ilegal, promover la educación para el respeto y cuidado del ambiente natural, terminar con las sueltas de globos que generan basura y los estruendos de fuegos artificiales que afectan seriamente a los animales citadinos, eliminar la tracción a sangre, promover los corredores biológicos que conforman los parques y plazas de la Ciudad de Buenos Aires y la enseñanza y cuidado de su riqueza biológica. Son todas medidas que tanto el Estado como la sociedad deben encarar con seriedad y compromiso y que son absolutamente necesarias para acompañar el camino que el cierre y la transformación del zoológico de Buenos Aires ha comenzado a andar.
El Zoo, ¿sin gato encerrado?
Por Eduardo Soler.
Toda iniciativa gubernamental que toma por sorpresa a la sociedad generalmente busca un efecto. En este caso, tratar de "apropiarse" de una creciente demanda de los grupos llamados "animalistas" por terminar con el encierro de los animales en el zoológico. Un pedido que no se limitaba a un complejo cierre de la institución, sino que proponía su reconversión hacia un Jardín Ecológico.
Si nos remontamos a la historia reciente, en el año 2012 ComAmbiental daba cuenta de la primera iniciativa legislativa con apoyo ciudadano. Fue en ese contexto que se involucró a la dirección del Zoológico al naturalista Claudio Bertonatti, quien presentó en esta instancia un proyecto para transformar la institución en un centro con eje en el rescate de fauna y la educación ambiental, aunque su perspectiva no abandonaba el concepto de zoológico aggiornado. Sin embargo, a los pocos meses de gestión, en abril de 2013, renunció a su puesto aduciendo que la empresa concesionaria no le brindaba su apoyo.
¿Cuál fue el cambio por el cual ahora sí el gobierno porteño avanzaría con la decisión de transformar el zoológico en un ecoparque? Sin dudas debe señalarse el aumento de la movilización ciudadana, encabezada por el grupo "Sin Zoo". Las denuncias por las malas condiciones de salud de los animales, como el caso emblemático del oso polar Arturo, se suma con noticias de otros zoológicos que literalmente "matan de hambre" a sus residentes por falta de presupuesto. Por último, fruto de la casualidad o no, esta semana se trataría en la Legislatura el proyecto firmado por Adrián Camps para la conformación del Jardín Ecológico.
Sólo resta esperar, entonces, que entre los animales que deben permanecer en el predio -por la dificultad de su liberación- no haya ningún "gato encerrado"...
Leer también:
ComAmbiental: Piden un Zoo con lógica ambiental (julio 2012)
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