"La soja está paramilitarizando el campo y se dan casos de asesinatos, torturas y desapariciones", así de contundente fue la exposición de Javiera Rulli, del Grupo de Reflexión Rural de Argentina (GRR), durante el plenario del Protocolo de Bioseguridad en Curitiba, Brasil, el 14 de marzo. Según el grupo, la Argentina está siendo funcional a las transnacionales que dominan el mercado de los cultivos transgénicos.
El GRR integra la delegación Argentina, que insólitamente está liderada por funcionarios de la secretaría de Agricultura y no de Cancillería, como es habitual. Tampoco están presentes representantes de la secretaría de Medio Ambiente. Argentina, que no adhirió al Protocolo de Cartagena de Bioseguridad, estaría igualmente jugando un papel como "observador" en contra de etiquetar con una leyenda diferencial los productos de organismos genéticamente modificados.
En el mismo sentido, el grupo denunció que a pesar de que una ley de promoción de la biotecnología tiene media sanción en el Congreso, todavía no cuenta con una ley de bioseguridad. Además, Argentina es el segundo país con más cultivos de transgénicos, con 15 millones de hectáreas de soja y dos de maíz.
El 15 de marzo se presentó el caso de las Víctimas de los Agronegocios coordinadas por el GRR. La paraguaya Petrona Villasboa explicó cómo murió su hijo en enero de 2003, luego de un baño de glisfosfato de los sojeros. También se presentó Sofía Gatica, líder del grupo de madres de Ituizangó Anexo, en Córdoba, donde hay 500 casos de cáncer. Durante la reunión, la policía intentó detener a miembros del GRR, pero fueron salvados por diplomáticos brasileros.
Recordamos que la soja transgénica es un organismo genéticamente modificado para resistir el glisfosfato. Este agroquímico mata todas las "malas hierbas" y los insectos que puedan amenazar al cultivo. Claro, no está todavía comprobado que este plaguicida pueda ser en verdad un biocida.
Los grandes medios argentinos, mutis por el foro.
SECCIÓN: TIERRA/TRANSGÉNICOS
El GRR integra la delegación Argentina, que insólitamente está liderada por funcionarios de la secretaría de Agricultura y no de Cancillería, como es habitual. Tampoco están presentes representantes de la secretaría de Medio Ambiente. Argentina, que no adhirió al Protocolo de Cartagena de Bioseguridad, estaría igualmente jugando un papel como "observador" en contra de etiquetar con una leyenda diferencial los productos de organismos genéticamente modificados.
En el mismo sentido, el grupo denunció que a pesar de que una ley de promoción de la biotecnología tiene media sanción en el Congreso, todavía no cuenta con una ley de bioseguridad. Además, Argentina es el segundo país con más cultivos de transgénicos, con 15 millones de hectáreas de soja y dos de maíz.
El 15 de marzo se presentó el caso de las Víctimas de los Agronegocios coordinadas por el GRR. La paraguaya Petrona Villasboa explicó cómo murió su hijo en enero de 2003, luego de un baño de glisfosfato de los sojeros. También se presentó Sofía Gatica, líder del grupo de madres de Ituizangó Anexo, en Córdoba, donde hay 500 casos de cáncer. Durante la reunión, la policía intentó detener a miembros del GRR, pero fueron salvados por diplomáticos brasileros.
Recordamos que la soja transgénica es un organismo genéticamente modificado para resistir el glisfosfato. Este agroquímico mata todas las "malas hierbas" y los insectos que puedan amenazar al cultivo. Claro, no está todavía comprobado que este plaguicida pueda ser en verdad un biocida.
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