El editorial de la semana
El 9 de julio de 1816, la Argentina declaró su independencia del dominio español. Hoy, la fecha parece devaluada hasta representar simplemente un feriado, un motivo para no trabajar, una jornada para el chocolate caliente, los pastelitos y las actividades folclóricas en la escuela.
En efecto, ¿cuán independiente es el pueblo argentino para elegir soberanamente el modo de vida que quiere para sí y para sus hijos? ¿Qué significa la independencia si estamos sometidos a la desigualdad social y la degradación ambiental, ya sea por ignorancia, complicidad o perversidad del capitalismo/globalización/mercado?
Algunos podrán argumentar que la independencia se construye con decisión política, capacidad económica, poder de justicia. Y por ello aplaudirán las noticias tales como por ejemplo: la declaración del ambiente como política de Estado nacional, la jerarquización de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, el dictamen legislativo que autorizó al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a disponer de 300 millones de pesos para sanear el Riachuelo, o el fallo de la Corte Suprema de Justicia a favor del ambiente y la salud pública.
Pero esto no es suficiente. Es el comienzo, sí. Un esperanzador primer paso para resignificar la independencia. Todavía resta promover una educación y una conciencia tales que todos los actores sociales puedan comprometerse y participar activamente en todas las decisiones de interés común.
SECCIÓN: Política Ambiental

En efecto, ¿cuán independiente es el pueblo argentino para elegir soberanamente el modo de vida que quiere para sí y para sus hijos? ¿Qué significa la independencia si estamos sometidos a la desigualdad social y la degradación ambiental, ya sea por ignorancia, complicidad o perversidad del capitalismo/globalización/mercado?
Algunos podrán argumentar que la independencia se construye con decisión política, capacidad económica, poder de justicia. Y por ello aplaudirán las noticias tales como por ejemplo: la declaración del ambiente como política de Estado nacional, la jerarquización de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable, el dictamen legislativo que autorizó al Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires a disponer de 300 millones de pesos para sanear el Riachuelo, o el fallo de la Corte Suprema de Justicia a favor del ambiente y la salud pública.
Pero esto no es suficiente. Es el comienzo, sí. Un esperanzador primer paso para resignificar la independencia. Todavía resta promover una educación y una conciencia tales que todos los actores sociales puedan comprometerse y participar activamente en todas las decisiones de interés común.
SECCIÓN: Política Ambiental
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