ComAmbiental/ Puerto Madryn
Especial Ballenas 2006
El Editorial de la Semana

Este año hubo una mala noticia para los mamíferos más grandes del mundo: la Comisión Ballenera Internacional (CBI), a través del grupo de países liderados por Japón, Noruega e Islandia, lograron un avance en la autorización de la caza de algunas especies en aguas internacionales, objetando la moratoria que impera desde los ' 80.
El embajador Eduardo Iglesias, comisionado argentino ante la CBI, y el ambientalista brasilero Eduardo Peixoto, presidente del Instituto de la Ballena Franca se refirieron a este peligro y propulsaron, para contrarrestarlo, la creación de un Santuario Ballenero del Atlántico Sur.
De esto se tomó nota en el 2º Encuentro Internacional de Operadores de Avistaje de Ballenas, organizado por la Administración Península Valdés, al que concurrieron representantes de Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Dominica y Chile.
Por eso, entre otros motivos, se creó la Asociación Internacional de Avistajes de Ballenas, que tendrá sede en Puerto Madryn. También se dio importancia a la creación de un marco ético que regule la actividad y de patrones de calidad que la hagan tener prestigio y crecer.
Aunque Tito Bottazzi, de Punta Pirámides, explicó que la medida lograda por Japón no afecta a la ballena franca austral que se puede avistar en la Patagonia argentina, sí advirtió que hay que tener precaución porque las demandas para cazar ballenas van a seguir avanzando.
En este punto, llegamos a una compleja discusión que tiene mucho que ver con el futuro de las ballenas. Si entre el ambientalismo es claro que hay que apuntar a su conservación, hay quienes mencionan que este objetivo puede lograrse mejor si se desarrolla un turismo responsable para lograr la sustentabilidad en torno a estos cetáceos.
La caza, hoy en día, no puede permitir este horizonte, ya que hasta mediados del siglo XX llevaron a estos animales al borde de la extinción. Por eso, numerosas organizaciones ambientalistas promueven el avistaje de ballenas como una forma de explotación del "recurso ballenas" que da mayores resultados económicos y no tiene impactos negativos registrados.
Por ejemplo, en Argentina, las fundaciones Vida Silvestre y Patagonia Natural promueven esta actividad que, en el caso del Chubut, ayudó en el aumento sostenido de la población en paralelo con un aumento del turismo.
Sin embargo, las asociaciones cuestionaron la idea del buceo con ballenas, puesto que todavía no se sabe los perjucios que puede traer sobre estos animales que vienen a las aguas del Golfo Nuevo para procrearse y cuidar a sus crías en sus primeros meses de vida.
A pesar de esto, los prestadores turísticos fundamentan que la ballena franca austral es un animal curioso por naturaleza. Pasados los primeros años en que quedaba la memoria oscura de los arpones ahora los ejemplares vienen a observar a los visitantes que se acercan en las embarcaciones, invirtiendo así los términos en que se entiende el "avistaje de ballenas".
En esta relación de miradas mutuas se puede establecer una gran fortaleza para que humanos y ballenas puedan convivir en el mismo mundo. Seguir trabajando con la misma responsabilidad es el camino y así puede entenderse por qué las ballenas necesitan que las miren.
Más allá de la actividad comercial del turismo, el (mutuo) avistaje es una relación vital, de amor y comprensión de un futuro mejor para todos.
Especial Ballenas 2006
El Editorial de la Semana

Este año hubo una mala noticia para los mamíferos más grandes del mundo: la Comisión Ballenera Internacional (CBI), a través del grupo de países liderados por Japón, Noruega e Islandia, lograron un avance en la autorización de la caza de algunas especies en aguas internacionales, objetando la moratoria que impera desde los ' 80.
El embajador Eduardo Iglesias, comisionado argentino ante la CBI, y el ambientalista brasilero Eduardo Peixoto, presidente del Instituto de la Ballena Franca se refirieron a este peligro y propulsaron, para contrarrestarlo, la creación de un Santuario Ballenero del Atlántico Sur.
De esto se tomó nota en el 2º Encuentro Internacional de Operadores de Avistaje de Ballenas, organizado por la Administración Península Valdés, al que concurrieron representantes de Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Dominica y Chile.
Por eso, entre otros motivos, se creó la Asociación Internacional de Avistajes de Ballenas, que tendrá sede en Puerto Madryn. También se dio importancia a la creación de un marco ético que regule la actividad y de patrones de calidad que la hagan tener prestigio y crecer.
Aunque Tito Bottazzi, de Punta Pirámides, explicó que la medida lograda por Japón no afecta a la ballena franca austral que se puede avistar en la Patagonia argentina, sí advirtió que hay que tener precaución porque las demandas para cazar ballenas van a seguir avanzando.
En este punto, llegamos a una compleja discusión que tiene mucho que ver con el futuro de las ballenas. Si entre el ambientalismo es claro que hay que apuntar a su conservación, hay quienes mencionan que este objetivo puede lograrse mejor si se desarrolla un turismo responsable para lograr la sustentabilidad en torno a estos cetáceos.
La caza, hoy en día, no puede permitir este horizonte, ya que hasta mediados del siglo XX llevaron a estos animales al borde de la extinción. Por eso, numerosas organizaciones ambientalistas promueven el avistaje de ballenas como una forma de explotación del "recurso ballenas" que da mayores resultados económicos y no tiene impactos negativos registrados.
Por ejemplo, en Argentina, las fundaciones Vida Silvestre y Patagonia Natural promueven esta actividad que, en el caso del Chubut, ayudó en el aumento sostenido de la población en paralelo con un aumento del turismo.
Sin embargo, las asociaciones cuestionaron la idea del buceo con ballenas, puesto que todavía no se sabe los perjucios que puede traer sobre estos animales que vienen a las aguas del Golfo Nuevo para procrearse y cuidar a sus crías en sus primeros meses de vida.
A pesar de esto, los prestadores turísticos fundamentan que la ballena franca austral es un animal curioso por naturaleza. Pasados los primeros años en que quedaba la memoria oscura de los arpones ahora los ejemplares vienen a observar a los visitantes que se acercan en las embarcaciones, invirtiendo así los términos en que se entiende el "avistaje de ballenas".
En esta relación de miradas mutuas se puede establecer una gran fortaleza para que humanos y ballenas puedan convivir en el mismo mundo. Seguir trabajando con la misma responsabilidad es el camino y así puede entenderse por qué las ballenas necesitan que las miren.
Más allá de la actividad comercial del turismo, el (mutuo) avistaje es una relación vital, de amor y comprensión de un futuro mejor para todos.
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