La semana pasada, La Nación tituló "No queremos ser el basural de la Capital", atribuyendo la frase al futuro Jefe de Gabinete de la provincia de Buenos Aires. Como al don pirulero, cada cual deberá atender su juego y hacerse cargo de su propia basura. La idea tiene consenso pero el problema reside en el cómo resolverlo y ya preocupa a los próximos gobiernos.
A fin de año no sólo cambiarán las autoridades en ambos distritos, sino que cerrarán dos de los tres rellenos sanitarios en que se disponen los residuos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Ante la incógnita de qué hacer con las 17.000 toneladas de basura que se genera diariamente surgen propuestas diversas y con ellas discusiones de fondo.
¿Qué hacemos con la basura?
El sistema metropolitano de gestión de residuos se centra en dos acciones principales: limpiar y enterrar la basura en rellenos sanitarios. Sin embargo, en tres décadas este modelo ganó mala fama. A los rellenos se les atribuye la contaminación del suelo, aire y agua de su entorno, enfermando a los lugareños con patologías cutáneas, gastrointestinales, respiratorias, alérgicas y distintos tipos de cáncer.
A principios de año, vecinos de Brandsen, Campana, Las Heras y General Rodríguez hicieron oír su rechazo ante el rumor de una inminente instalación de rellenos sanitarios en sus localidades. Ante esta oposición y cuando los rellenos de Ensenada y González Catán se cierren por pedido de las poblaciones vecinas tal como falló la Corte Suprema de Justicia de la provincia, sin dudas habrá que reducir la cantidad de basura a disponer.
Por ello, el legislador por la Coalición Cívica, Abelardo García, presentó días atrás un proyecto de Ley para incinerar los residuos orgánicos domiciliarios previamente diferenciados y obtener del proceso energía eléctrica, según informó ADNCiudad. De esta forma se atacarían dos pájaros de un tiro: “el exceso de basura y la falta de electricidad”.
Desde los nuevos gobiernos de Macri (Ciudad) y Scioli (Provincia) también están evaluando la viabilidad de la incineración. Sin embargo, como publicó La Nación la semana última, existen tanto argumentos a favor como en contra de esta metodología.
No obstante, la información técnica y los antecedentes históricos -tanto positivos como negativos- no alcanzan. Al momento de evaluar el proyecto será necesario poner en juego también los valores éticos y solidarios que propendan a la sustentabilidad.
A fin de año no sólo cambiarán las autoridades en ambos distritos, sino que cerrarán dos de los tres rellenos sanitarios en que se disponen los residuos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Ante la incógnita de qué hacer con las 17.000 toneladas de basura que se genera diariamente surgen propuestas diversas y con ellas discusiones de fondo.
¿Qué hacemos con la basura?
El sistema metropolitano de gestión de residuos se centra en dos acciones principales: limpiar y enterrar la basura en rellenos sanitarios. Sin embargo, en tres décadas este modelo ganó mala fama. A los rellenos se les atribuye la contaminación del suelo, aire y agua de su entorno, enfermando a los lugareños con patologías cutáneas, gastrointestinales, respiratorias, alérgicas y distintos tipos de cáncer.
A principios de año, vecinos de Brandsen, Campana, Las Heras y General Rodríguez hicieron oír su rechazo ante el rumor de una inminente instalación de rellenos sanitarios en sus localidades. Ante esta oposición y cuando los rellenos de Ensenada y González Catán se cierren por pedido de las poblaciones vecinas tal como falló la Corte Suprema de Justicia de la provincia, sin dudas habrá que reducir la cantidad de basura a disponer.
Por ello, el legislador por la Coalición Cívica, Abelardo García, presentó días atrás un proyecto de Ley para incinerar los residuos orgánicos domiciliarios previamente diferenciados y obtener del proceso energía eléctrica, según informó ADNCiudad. De esta forma se atacarían dos pájaros de un tiro: “el exceso de basura y la falta de electricidad”.
Desde los nuevos gobiernos de Macri (Ciudad) y Scioli (Provincia) también están evaluando la viabilidad de la incineración. Sin embargo, como publicó La Nación la semana última, existen tanto argumentos a favor como en contra de esta metodología.
No obstante, la información técnica y los antecedentes históricos -tanto positivos como negativos- no alcanzan. Al momento de evaluar el proyecto será necesario poner en juego también los valores éticos y solidarios que propendan a la sustentabilidad.
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