Durante el Congreso Binacional de Calidad en Playas realizado en Villa Gesell se presentaron dos experiencias internacionales sobre la gestión de los espacios balnearios. Las disertaciones del encuentro giraron sobre el eje de cómo mantener la actividad económica del turismo sin afectar el ecosistema costera a través de la planificación de la intervención del hombre.
Luis Capurro Filograsso, responsable del departamento de recursos del mar del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional Unidad Mérida, presentó un "mega proyecto" de investigación para el uso sostenible de la península de Yucatán, en México. Para el especialista, la región es la más vulnerable de México y se necesitan estudios para que los políticos tomen decisiones sobre la región que quieren convertir en la capital turística del país.
"Toda la península es costa", es el eslogan del proyecto, ya que se entiende que la poca altura del territorio lo ponen bajo la amenaza de la suba del nivel del mar por el cambio climático, ya que el pronóstico más optimista habla de que el océano subiría un metro cada siglo. El desafío es conseguir el financiamiento de 10 millones para cinco años de trabajo sobre los 5 mil millones de dólares que se obtienen anualmente por la actividad turística.
En Europa la situación tampoco es alentadora, ya que José Luis Wagner Salazar, técnico en gestión de calidad de la Consellería de Turismo de la Comunidad Autónoma Valenciana, admitió que solo pueden mitigar los impactos sobre el ambiente. El experto señaló que "el que ha sufrido una mala gestión fue el ambiente" ya que la playa solo se trataba bajo una política turística, y que no se podría realizar un proyecto de quitar la avenida costanera como en Villa Gesell por el gran impacto social que tendría.
Se mostró convencido de que se puede "no ya prevenir sino mitigar" porque el paisaje ya se ha alterado y que en la actualidad "la calidad es una necesidad". Para ello, se buscó un modelo de "complementariedad de modelos de gestión", con la norma ISO 9007 de gestión de los procesos por las organizaciones empresariales y de la norma ICTE de gestión de la playa por parte de los municipios para brindar un buen servicio turístico a los usuarios.
Este último aspecto es el que podría incorporarse al país, como quedó demostrado en el debate que siguió a la disertación de María Soledad Pereyra, responsable del proyecto turismo del IRAM. En la charla se presentó la norma IRAM 42100 del año 2005 sobre "gestión de la calidad, la seguridad y el ambiente en balnearios", que como todo documento de este tipo está basado en el consenso, orientada a una necesidad del mercado y de adopción voluntaria.
Entre los requisitos que un concesionario debe cumplir si desea obtener esta certificación está la gestión de los recursos humanos y de infraestructura, entre ellos la planificación del espacio a través de estudios de impacto ambiental. Pero la norma funciona en realidad mediante el cumplimiento de las normativas gubernamentales que se apliquen según el caso por el estudio de la legislación vigente.
Por lo tanto, la responsabilidad final sobre si realmente se está realizando una gestión que apunte al desarrollo sustentable de la actividad turística con cuidado de los bienes de playa y agua recae sobre el estado. En Villa Gesell se dictó el marco normativo de la ordenanza 2050, que creó el código de manejo de playa e impuso requisitos para el sector empresarial, lo cual llevará a una adopción generalizada de la IRAM 42100.
Ver artículo madre: En Villa Gesell, para salvar a las playas
Luis Capurro Filograsso, responsable del departamento de recursos del mar del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional Unidad Mérida, presentó un "mega proyecto" de investigación para el uso sostenible de la península de Yucatán, en México. Para el especialista, la región es la más vulnerable de México y se necesitan estudios para que los políticos tomen decisiones sobre la región que quieren convertir en la capital turística del país.
"Toda la península es costa", es el eslogan del proyecto, ya que se entiende que la poca altura del territorio lo ponen bajo la amenaza de la suba del nivel del mar por el cambio climático, ya que el pronóstico más optimista habla de que el océano subiría un metro cada siglo. El desafío es conseguir el financiamiento de 10 millones para cinco años de trabajo sobre los 5 mil millones de dólares que se obtienen anualmente por la actividad turística.
En Europa la situación tampoco es alentadora, ya que José Luis Wagner Salazar, técnico en gestión de calidad de la Consellería de Turismo de la Comunidad Autónoma Valenciana, admitió que solo pueden mitigar los impactos sobre el ambiente. El experto señaló que "el que ha sufrido una mala gestión fue el ambiente" ya que la playa solo se trataba bajo una política turística, y que no se podría realizar un proyecto de quitar la avenida costanera como en Villa Gesell por el gran impacto social que tendría.
Se mostró convencido de que se puede "no ya prevenir sino mitigar" porque el paisaje ya se ha alterado y que en la actualidad "la calidad es una necesidad". Para ello, se buscó un modelo de "complementariedad de modelos de gestión", con la norma ISO 9007 de gestión de los procesos por las organizaciones empresariales y de la norma ICTE de gestión de la playa por parte de los municipios para brindar un buen servicio turístico a los usuarios.
Este último aspecto es el que podría incorporarse al país, como quedó demostrado en el debate que siguió a la disertación de María Soledad Pereyra, responsable del proyecto turismo del IRAM. En la charla se presentó la norma IRAM 42100 del año 2005 sobre "gestión de la calidad, la seguridad y el ambiente en balnearios", que como todo documento de este tipo está basado en el consenso, orientada a una necesidad del mercado y de adopción voluntaria.
Entre los requisitos que un concesionario debe cumplir si desea obtener esta certificación está la gestión de los recursos humanos y de infraestructura, entre ellos la planificación del espacio a través de estudios de impacto ambiental. Pero la norma funciona en realidad mediante el cumplimiento de las normativas gubernamentales que se apliquen según el caso por el estudio de la legislación vigente.
Por lo tanto, la responsabilidad final sobre si realmente se está realizando una gestión que apunte al desarrollo sustentable de la actividad turística con cuidado de los bienes de playa y agua recae sobre el estado. En Villa Gesell se dictó el marco normativo de la ordenanza 2050, que creó el código de manejo de playa e impuso requisitos para el sector empresarial, lo cual llevará a una adopción generalizada de la IRAM 42100.
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