A días de la puesta en marcha de Botnia en Fray Bentos, investigadores uruguayos y argentinos participaron de un seminario en Buenos Aires, organizado por la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), que se centró en los aspectos políticos del conflicto por las papeleras.
La discusión puso su foco sobre los mecanismos de democracia participativa: ¿cuánto acceso a la información hubo? ¿cuánto se respetó el derecho de los habitantes de Gualeguaychú y de Fray Bentos a elegir su modelo de vida? ¿cuánta responsabilidad demostró la empresa finlandesa? ¿qué rol jugaron los dos presidentes involucrados? ¿por qué los vecinos de Gualeguaychú se movilizan de la manera en que lo hacen y qué repercusiones puede provocar en el futuro?
¿Alguien hubiera imaginado que solo un pueblo convocaría a más de 100 mil personas de dos naciones, en un puente internacional para decir "No a las papeleras, Sí a la vida"? ¿O que una comunidad sería la que llevaría a dos presidentes a hablar sobre el tema, modificaría las relaciones internacionales -políticas y económicas- y daría paso a un cuestionamiento profundo acerca de la división del trabajo global y los modelos productivos?
Todo eso logró el pueblo de Gualeguaychú "en gran medida solo" según destacó Héctor Sejenovich, economista y docente de Ciencias Sociales y Medio Ambiente en la UBA y la Universidad Nacional de Luján. Para dar una idea "fueron 200 gualeguaychuenses los que hicieron venir al ombudsman del Banco Mundial, retrasando así el financiamiento de las pasteras".
El problema que detonó su movilización fue "básicamente de incomunicación" como explicó el periodista Nelson Castro en su programa "El juego limpio" del jueves último. La falta de información data del 2001 cuando grupos ambientalistas tanto entrerrianos como uruguayos pedían a las autoridades pertinentes la evaluación de impacto ambiental de los proyectos de canalización y presas, ya autorizados sobre el Río Uruguay, sin obtener respuestas. Fue en ese contexto en que ambientalistas tomaron conocimiento de los planes aprobados para construir el puerto de M'Bopicua para la pastera ENCE.
Pasaron los meses y los funcionarios públicos. Sin embargo las evasivas no cambiaron hasta que el 30 de abril de 2005, 40.000 personas participaron del primer Abrazo al puente internacional que une Gualeguaychú con Fray Bentos. La comunidad gualeguaychuense se había apropiado de la preocupación de los ambientalistas y la había enriquecido con los mecanismos asamblearios y el aporte de profesionales de distintas disciplinas.
El acto multitudinario por fin llamó la atención de los medios de comunicación y a través del impacto mediático puso el problema en la agenda política nacional. El corte del puente y el recurso de acudir a la Corte Internacional de La Haya le dieron trascendencia internacional, aunque con objeciones.
El bloqueo de los puentes, en alguna medida, "refuerza las fronteras y la estabilización del conflicto", adujo uno de los asistentes al seminario. Por otro lado, "judicializar el conflicto puede llevar a la criminalización" de la resistencia, advirtió Anahit Anahorian, Ingeniera Agrónoma de la Universidad de la República del Uruguay.
La intermediación de un enviado del Rey de España sólo fue para la anécdota. Sí sorprendió al abogado ambientalista Jorge Daneri y a Gabriela Delamata, investigadora de la UNSAM, la postura que tomó la empresa Botnia "que actuó como un Estado más, sin respetar los acuerdos alcanzados por Vázquez y Kirchner durante la negociación".
La desconfianza en el otro, la soberbia y la desidia derivaron en dos posiciones intransigentes: la convicción de que Botnia contamina y debe irse y, del otro lado, la creencia de que Botnia y el modelo productivo que lo sustenta son el progreso para Uruguay.
¿Podrá un fallo de La Haya dar fin al conflicto? ¿Qué acuerdo contentaría a argentinos y uruguayos con equidad? "En noviembre de 2004 se habló de realizar un plebiscito a lo largo de todo el Río Uruguay, a ambos lados de las fronteras, como se hizo en Esquel contra la minería; sin embargo no prosperó tal vez por la multiplicidad de jurisdicciones que intervendrían", relató Anahorian.
Quizá sea el momento de que los pueblos de la cuenca del Río Uruguay voten acerca de los recursos y las vidas que comparten. La intervención política, la concientización a través de los medios, la educación ambiental en las escuelas y el recurso judicial no parecen ser suficientes para resolver el problema pero sí necesarios y complementarios para abrir "el debate inclusivo político", como sugirió Daneri y construir la o las soluciones entre todos.
La discusión puso su foco sobre los mecanismos de democracia participativa: ¿cuánto acceso a la información hubo? ¿cuánto se respetó el derecho de los habitantes de Gualeguaychú y de Fray Bentos a elegir su modelo de vida? ¿cuánta responsabilidad demostró la empresa finlandesa? ¿qué rol jugaron los dos presidentes involucrados? ¿por qué los vecinos de Gualeguaychú se movilizan de la manera en que lo hacen y qué repercusiones puede provocar en el futuro?
¿Alguien hubiera imaginado que solo un pueblo convocaría a más de 100 mil personas de dos naciones, en un puente internacional para decir "No a las papeleras, Sí a la vida"? ¿O que una comunidad sería la que llevaría a dos presidentes a hablar sobre el tema, modificaría las relaciones internacionales -políticas y económicas- y daría paso a un cuestionamiento profundo acerca de la división del trabajo global y los modelos productivos?
Todo eso logró el pueblo de Gualeguaychú "en gran medida solo" según destacó Héctor Sejenovich, economista y docente de Ciencias Sociales y Medio Ambiente en la UBA y la Universidad Nacional de Luján. Para dar una idea "fueron 200 gualeguaychuenses los que hicieron venir al ombudsman del Banco Mundial, retrasando así el financiamiento de las pasteras".
El problema que detonó su movilización fue "básicamente de incomunicación" como explicó el periodista Nelson Castro en su programa "El juego limpio" del jueves último. La falta de información data del 2001 cuando grupos ambientalistas tanto entrerrianos como uruguayos pedían a las autoridades pertinentes la evaluación de impacto ambiental de los proyectos de canalización y presas, ya autorizados sobre el Río Uruguay, sin obtener respuestas. Fue en ese contexto en que ambientalistas tomaron conocimiento de los planes aprobados para construir el puerto de M'Bopicua para la pastera ENCE.
Pasaron los meses y los funcionarios públicos. Sin embargo las evasivas no cambiaron hasta que el 30 de abril de 2005, 40.000 personas participaron del primer Abrazo al puente internacional que une Gualeguaychú con Fray Bentos. La comunidad gualeguaychuense se había apropiado de la preocupación de los ambientalistas y la había enriquecido con los mecanismos asamblearios y el aporte de profesionales de distintas disciplinas.
El acto multitudinario por fin llamó la atención de los medios de comunicación y a través del impacto mediático puso el problema en la agenda política nacional. El corte del puente y el recurso de acudir a la Corte Internacional de La Haya le dieron trascendencia internacional, aunque con objeciones.
El bloqueo de los puentes, en alguna medida, "refuerza las fronteras y la estabilización del conflicto", adujo uno de los asistentes al seminario. Por otro lado, "judicializar el conflicto puede llevar a la criminalización" de la resistencia, advirtió Anahit Anahorian, Ingeniera Agrónoma de la Universidad de la República del Uruguay.
La intermediación de un enviado del Rey de España sólo fue para la anécdota. Sí sorprendió al abogado ambientalista Jorge Daneri y a Gabriela Delamata, investigadora de la UNSAM, la postura que tomó la empresa Botnia "que actuó como un Estado más, sin respetar los acuerdos alcanzados por Vázquez y Kirchner durante la negociación".
La desconfianza en el otro, la soberbia y la desidia derivaron en dos posiciones intransigentes: la convicción de que Botnia contamina y debe irse y, del otro lado, la creencia de que Botnia y el modelo productivo que lo sustenta son el progreso para Uruguay.
¿Podrá un fallo de La Haya dar fin al conflicto? ¿Qué acuerdo contentaría a argentinos y uruguayos con equidad? "En noviembre de 2004 se habló de realizar un plebiscito a lo largo de todo el Río Uruguay, a ambos lados de las fronteras, como se hizo en Esquel contra la minería; sin embargo no prosperó tal vez por la multiplicidad de jurisdicciones que intervendrían", relató Anahorian.
Quizá sea el momento de que los pueblos de la cuenca del Río Uruguay voten acerca de los recursos y las vidas que comparten. La intervención política, la concientización a través de los medios, la educación ambiental en las escuelas y el recurso judicial no parecen ser suficientes para resolver el problema pero sí necesarios y complementarios para abrir "el debate inclusivo político", como sugirió Daneri y construir la o las soluciones entre todos.
Comentarios
Lo que más me sorprende es la forma en que siguieron firme en su lucha, a pesar de los obstáculos que ponían los gobiernos de Argentina y Uruguay y el resto de la sociedad.
Ahora, seamos realistas, no podíamos esperar mucho de nuestro gobierno. Todavía recuerdo una muy buena frase de Daniel Sabsay, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales: "NO ES QUE HAY UNA MALA POLÍTICA AMBIENTAL. NO HAY POLÍTICA AMBIENTAL. SI NO FUERA POR LAS DENUNCIAS DEL LOS VECINOS Y EL TRABAJO DE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES TODO SERÍA PEOR".
Para pensar ¿no?
Un saludo.