Fueron dos días de ferviente rebeldía. Las organizaciones que se convocaron en "El Otro Bicentenario. El Bicentenario de los Pueblos" no se amedrentaron por la masiva concurrencia que llenó la 9 de julio en el festejo oficial. Por el contrario, a unas pocas cuadras, en la Plaza de los dos Congresos, el lema del encuentro fue "Nada que festejar, todo por hacer". Sin embargo, también hubo quienes propusieron celebrar que "estemos juntos empezando un cambio".

El liderazgo del Bicentenario alternativo fue de dirigentes de los pueblos originarios que no se adhirieron a la marcha de la semana pasada, la que fuera recibida por la presidenta Cristina Fernández. Pero el encuentro tuvo ayer su propia caminata circular, quizá con otra concepción de los espacios y de los tiempos, donde el canto más escuchado fue "La tierra no se vende, la tierra se defiende". Voces tímidas intentaron un "Presidenta, escucha, y súmate a la lucha" pero pronto fueron reemplazadas por cantos más combativos como "Tortura y represión, la herencia de Colón".
De la resistencia a la rebeldía. Antes de la marcha, habían pasado charlas y debates de diverso tipo. Entre ellas, las más destacadas fueron las de apertura y cierre, con las luchas socioambientales y las de los pueblos originarios. En ambos casos, la clave principal fue el conflicto territorial, en donde los enemigos comunes son las corporaciones minera y sojera. Es el fundamento principal para subrayar la continuidad del colonialismo, como propuso pensar El Otro Bicentenario.
Uno de los discursos más duros en el primer día fue el de Javier Rodríguez Pardo, de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), quien expresó que como "vienen por todo" hay que "estar preparados" y llegó a mencionar como experiencia exitosa el caso de Vietnam. En la misma línea, fue aplaudido cuando propuso no hablar más de "resistencia" sino de "rebelión" y pronosticó que el aumento de las luchas sería enfrentado con más represión. Queda por debatir si esta es la única alternativa posible para evitar el saqueo y la contaminación, así como si es imposible pensar en un cambio de sociedad sin un combate violento.
"Existimos y estamos vivos". Con un grado mayor de humildad y más cercanos a la experiencia cotidiana fueron algunos testimonios de integrantes de las comunidades indígenas del norte y del sur del país. Una constante fueron las historias de sufrimiento ante las injusticias pero también el afirmar "nosotros somos jóvenes, nos levantamos y decimos basta a los atropellos". El mismo acto de expresarse era para ellos importante: llegar a Buenos Aires para manifestar que, a pesar de todo, "estamos vivos", "soy aborigen y me siento orgulloso".
"Este año, el del Bicentenario, tengo una noticia que quiero compartir con ustedes, hermanos, compatriotas", comenzó su mensaje Octorina Zamora. Ella encontró un motivo para festejar: su hija se recibe este año como la primer médica wichi, gracias a la ayuda del comandante Fidel Castro. Así, concluyó su participación exclamando, entre las aclamaciones de los presentes: "¡La revolución cubana nos está demostrando que podemos ser libres y sacar al carajo a todas las multinacionales!".
¿Qué se dijo? En el mismo encuentro, hubo una cobertura en vivo de la Red Nacional de Medios Alternativos. El primer entrevistado fue Enrique Mamani, de ORCOPO (Organización de Comunidades de Pueblos Originarios), uno de los principales referentes, quien expresó que la whipala es la bandera que representa la "unidad en la diversidad" propuesta por los pueblos originarios, sustentada en la comunión de todas las manifestaciones de vida. Estuvieron presentes organizaciones socioambientales, como OSABAIRES o los vecinos de Laguna de Rocha.
Pero, como era previsible, la cobertura mediática fue muy escasa, solo un artículo breve de Darío Aranda ayer en Página 12, en el que remarcó que El Otro Bicentenario "comparte gran parte de las reinvindicaciones" con la "Marcha de los Pueblos Originarios" recibida por la presidenta. También hoy hubo una crónica en Tiempo Argentino y una más interesante columna del antropólogo Carlos Martínez Sarasola, en la que reinvindica la participación de los pueblos indígenas en la Revolución de Mayo, donde el horizonte de convivencia fue desterrado por la generación de fines del Siglo XIX.
Comunidades y Estado. "Todos somos paisanos de la misma tierra", había dicho ya Túpac Amaru II, un mestizo que dirigió la rebelión anticolonial. La frase fue rescatada por los organizadores de El Bicentenario de los Pueblos, en la que participa la Cátedra Abierta de Estudios Americanistas. Y está en sintonía con la idea de que "La revolución de Mayo fue traicionada" con que Indymedia había sintetizado el pensamiento de Mamani.
En este sentido, la exclusión por parte del Estado Nacional se condensa en la denuncia de Marta Bustos, mapuche de El Corcobado, sobre el terrorismo de estado aplicado por el gobernador de Chubut, en una brutal represión. "Éramos naciones sin estado", manifestó Moira Millán, otra de las referentes del pueblo mapuche, quien agradeció también al pueblo argentino: "Este es el más claro ejemplo de unidad y construcción en la diversidad. Es el principio del nuevo diálogo".
La Marcha, la Danza."Sí a la Vida, a la cultura popular, al bicentenario de l@s de abajo y tod@s los que luchan por territorio, justicia y dignidad", sintetiza sus aspiraciones la convocatoria del Otro Bicentenario. Se trata de pensar un proyecto de país, llamado Argentina, en el que se pueda integrar respetando las diferencias. La marcha fue un cierre pero a su vez marcó un inicio, tal vez por eso el trazado circular que partió y volvió del mismo punto en la Plaza de los Dos Congresos.
En las calles hubo gritos de rebeldía y también de alegría, o mejor dicho los dos sentimientos juntos. Los sikus pusieron música para que la caminata se transformara en danza. En el camino, por la calle Talcahuano, hubo escraches a distinta Casas de las Provincias. "Las tierras robadas, serán recuperadas", se cantó. Al regresar, desde el Congreso se escuchaba a todo volumen la Marcha de Sarmiento. "Eso es provocación", dijo uno de los caminantes, un poco en broma y un poco en serio.

El liderazgo del Bicentenario alternativo fue de dirigentes de los pueblos originarios que no se adhirieron a la marcha de la semana pasada, la que fuera recibida por la presidenta Cristina Fernández. Pero el encuentro tuvo ayer su propia caminata circular, quizá con otra concepción de los espacios y de los tiempos, donde el canto más escuchado fue "La tierra no se vende, la tierra se defiende". Voces tímidas intentaron un "Presidenta, escucha, y súmate a la lucha" pero pronto fueron reemplazadas por cantos más combativos como "Tortura y represión, la herencia de Colón".
De la resistencia a la rebeldía. Antes de la marcha, habían pasado charlas y debates de diverso tipo. Entre ellas, las más destacadas fueron las de apertura y cierre, con las luchas socioambientales y las de los pueblos originarios. En ambos casos, la clave principal fue el conflicto territorial, en donde los enemigos comunes son las corporaciones minera y sojera. Es el fundamento principal para subrayar la continuidad del colonialismo, como propuso pensar El Otro Bicentenario.
Uno de los discursos más duros en el primer día fue el de Javier Rodríguez Pardo, de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC), quien expresó que como "vienen por todo" hay que "estar preparados" y llegó a mencionar como experiencia exitosa el caso de Vietnam. En la misma línea, fue aplaudido cuando propuso no hablar más de "resistencia" sino de "rebelión" y pronosticó que el aumento de las luchas sería enfrentado con más represión. Queda por debatir si esta es la única alternativa posible para evitar el saqueo y la contaminación, así como si es imposible pensar en un cambio de sociedad sin un combate violento.
"Existimos y estamos vivos". Con un grado mayor de humildad y más cercanos a la experiencia cotidiana fueron algunos testimonios de integrantes de las comunidades indígenas del norte y del sur del país. Una constante fueron las historias de sufrimiento ante las injusticias pero también el afirmar "nosotros somos jóvenes, nos levantamos y decimos basta a los atropellos". El mismo acto de expresarse era para ellos importante: llegar a Buenos Aires para manifestar que, a pesar de todo, "estamos vivos", "soy aborigen y me siento orgulloso".
"Este año, el del Bicentenario, tengo una noticia que quiero compartir con ustedes, hermanos, compatriotas", comenzó su mensaje Octorina Zamora. Ella encontró un motivo para festejar: su hija se recibe este año como la primer médica wichi, gracias a la ayuda del comandante Fidel Castro. Así, concluyó su participación exclamando, entre las aclamaciones de los presentes: "¡La revolución cubana nos está demostrando que podemos ser libres y sacar al carajo a todas las multinacionales!".
¿Qué se dijo? En el mismo encuentro, hubo una cobertura en vivo de la Red Nacional de Medios Alternativos. El primer entrevistado fue Enrique Mamani, de ORCOPO (Organización de Comunidades de Pueblos Originarios), uno de los principales referentes, quien expresó que la whipala es la bandera que representa la "unidad en la diversidad" propuesta por los pueblos originarios, sustentada en la comunión de todas las manifestaciones de vida. Estuvieron presentes organizaciones socioambientales, como OSABAIRES o los vecinos de Laguna de Rocha.
Pero, como era previsible, la cobertura mediática fue muy escasa, solo un artículo breve de Darío Aranda ayer en Página 12, en el que remarcó que El Otro Bicentenario "comparte gran parte de las reinvindicaciones" con la "Marcha de los Pueblos Originarios" recibida por la presidenta. También hoy hubo una crónica en Tiempo Argentino y una más interesante columna del antropólogo Carlos Martínez Sarasola, en la que reinvindica la participación de los pueblos indígenas en la Revolución de Mayo, donde el horizonte de convivencia fue desterrado por la generación de fines del Siglo XIX.
Comunidades y Estado. "Todos somos paisanos de la misma tierra", había dicho ya Túpac Amaru II, un mestizo que dirigió la rebelión anticolonial. La frase fue rescatada por los organizadores de El Bicentenario de los Pueblos, en la que participa la Cátedra Abierta de Estudios Americanistas. Y está en sintonía con la idea de que "La revolución de Mayo fue traicionada" con que Indymedia había sintetizado el pensamiento de Mamani.
En este sentido, la exclusión por parte del Estado Nacional se condensa en la denuncia de Marta Bustos, mapuche de El Corcobado, sobre el terrorismo de estado aplicado por el gobernador de Chubut, en una brutal represión. "Éramos naciones sin estado", manifestó Moira Millán, otra de las referentes del pueblo mapuche, quien agradeció también al pueblo argentino: "Este es el más claro ejemplo de unidad y construcción en la diversidad. Es el principio del nuevo diálogo".
La Marcha, la Danza."Sí a la Vida, a la cultura popular, al bicentenario de l@s de abajo y tod@s los que luchan por territorio, justicia y dignidad", sintetiza sus aspiraciones la convocatoria del Otro Bicentenario. Se trata de pensar un proyecto de país, llamado Argentina, en el que se pueda integrar respetando las diferencias. La marcha fue un cierre pero a su vez marcó un inicio, tal vez por eso el trazado circular que partió y volvió del mismo punto en la Plaza de los Dos Congresos.
En las calles hubo gritos de rebeldía y también de alegría, o mejor dicho los dos sentimientos juntos. Los sikus pusieron música para que la caminata se transformara en danza. En el camino, por la calle Talcahuano, hubo escraches a distinta Casas de las Provincias. "Las tierras robadas, serán recuperadas", se cantó. Al regresar, desde el Congreso se escuchaba a todo volumen la Marcha de Sarmiento. "Eso es provocación", dijo uno de los caminantes, un poco en broma y un poco en serio.
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