Salud, armonía entre humano y ambiente

Hoy se celebra en todo el mundo el Día de la Salud. Mucho se ha escrito sobre este valor -que tiene múltiples definiciones- en referencia al bienestar humano logrado a través de avances científicos en el área de la medicina. Sin embargo, cada vez más se amplía el concepto del "ser - saludable" para asociarlo con una visión más holística -integral- que enfatiza la importancia de una relación armoniosa con el Medio Ambiente, tal y como lo entendían las culturas tradicionales.



Este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de la ONU, llamó a reflexionar sobre la temática "Urbanización: un reto para la Salud Pública". Desde ComAmbiental, creemos que es una buena consigna que nos lleva a hablar de tres puntos importantes: saneamiento- salubridad versus contaminación- morbilidad, buenas prácticas alimentarias con énfasis en la nutrición y vida no sedentaria contra el consumismo energético.


Entorno saludable. La relación entre la contaminación del entorno donde habitamos, especialmente de las fuentes de agua, y la morbilidad fue uno de los primeros descubrimientos de los sanitaristas. Es sabido que la provisión de agua potable segura a una población es la manera más eficaz de combatir algunas enfermedades persistentes, como la diarrea crónica y el cólera, que son hoy consideradas "enfermedades de la pobreza".

Sin embargo, todavía los decisores públicos no toman la importancia necesaria para la política de salud sobre la relación entre otros tipos de contaminación industrial y agrícola con las enfermedades endémicas. En Argentina, el caso de la Cuenca del Riachuelo también fue discutido, aunque en la actualidad es claro el vínculo existente, pero aún existen resistencias a considerar los efectos de los pesticidas -como el glifosato- y aún de los metales pesados utilizados en la minería a cielo abierto.

Nutrirnos para la Vida. Todavía menos tratado es la temática de la alimentación como forma de relación entre humano y entorno natural. En efecto, la forma en la que nos aseguramos nuestra supervivencia biológica a través del consumo de proteínas y otros nutrientes necesarios para la vida, hoy está mediado mayoritariamente por una gran industria que va desde las granjas mecanizadas hasta la gran proliferación de productos artificiales con distintos aditivos químicos.

Por dar un ejemplo, la invención de distintos edulcorantes como el ciclamato de sodio en refrescos, supuso la aparición de enfermedades cancerígenas; es decir, estamos contaminando nuestro cuerpo al tiempo que nos alimentamos. Por otra parte, la composición de nuestra dieta también afecta el equilibrio ambiental, y no solo los agronegocios acrecientan la frontera agropecuaria, sino que existen denuncias del vínculo entre las nuevas patologías y tecnologías modernas, como la gripe porcina y las granjas industriales con pésimas condiciones de salubridad.

Ejercitar nuestra energía. Otra problemática muy asociada con nuestro ser urbano es el creciente sedentarismo de la población. Así, la concepción de la calidad de vida como el incremento de nuestro confort nos lleva a la proliferación en el uso de tecnologías como las escaleras mecánicas, los automóviles, la televisión, los videojuegos y otros aparatos que deterioran nuestra salud al tiempo que producen un excesivo consumo de energía.

A su vez, la falta de vida al "aire libre" nos lleva a la paradoja de que elijamos al hacer ejercicios aparatos que utilizan electricidad como las cintas para caminar. Debemos entonces ser concientes que un modo de vida saludable se define por preferir la escalera antes que el ascensor, al tiempo que combinamos nuestra ejercitación con el ahorro de energía diariamente, en nuestra rutina cotidiana, en un acto simple pero que puede reproducirse a escala masiva.

Cambiar a un Círculo Virtuoso. Hasta aquí, hemos descripto un círculo vicioso que nos lleva a deteriorar la salud humana al tiempo que la del planeta, pero es tiempo entonces de pensar un cambio en las prácticas sociales para lograr revertir este ciclo en forma virtuosa. Es necesario considerar que vivimos en tiempos complejos, donde la relación entre causas y efectos no es clara, sobre todo en procesos a largo plazo, como es la acumulación de contaminantes en nuestro organismo.

Es el cuerpo la entidad que nos conecta y nos inscribe en nuestra naturaleza, por ello es el primero que sufre los daños que le hagamos a nuestro hábitat, ya sea un entorno urbano o no. Ya la Constitución de la Nación Argentina garantiza el derecho a gozar de un ambiente sano, del mismo modo que buena parte de la movilización social se vincula con la defensa de la salud frente a distintos emprendimientos con un fuerte potencial contaminante, pero todavía no existe demasiada conciencia sobre temas como la alimentación.

Estado Saludable. Aquí, contamos con el trabajo de la Asociación Argentina de Médicos por el Ambiente, que realiza un trabajo pionero en la difusión de esta vocación profesional. Aún resta incorporar esta visión como política de estado, entendiendo que la prevención es una inversión mientras que curar ya es un gasto, la salud pública puede y debe entenderse de un modo más integral que se sintetiza en una mayor armonía entre el ser humano y la naturaleza de la que forma parte.

Todo ello, sin considerar que problemáticas globales de la crisis ambiental, como el cambio climático, podrían perjudicar también la sanidad de las poblaciones, a través de la ampliación de las enfermedades tropicales como el dengue. En definitiva, la salud humana y ambiental son una misma unidad, por lo que favorecer el entorno limpio, la seguridad alimentaria y el espíritu deportivo deberían constituir una verdadera política de Estado.

NOVEDAD: I Jornada Internacional de Comunicación y Salud (12 de mayo).

Fuente de la imagen: Organización Mundial de la Salud.

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