Es una problemática silenciosa, para algunos la "muerte lenta", porque significa la desaparición de la vida en un proceso casi imperceptible, por la acción insustentable del hombre. En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, este artículo hace un repaso por la problemática en el país, su vinculación con el modelo productivo sojero, la ley de Bosques Nativos y la polémica de los biocombustibles.
Argentina: Granero del mundo, Pampa Infinita. "Como eslogan para vender está muy bien, pero tenemos que saber que la realidad es otra", aseguró el director de Conservación del Suelo y Lucha contra la Desertificación de la Secretaría de Ambiente Nacional Octavio Pérez Pardo. "La pampa húmeda solo abarca el 25% del terrorio, el resto son zonas áridas, semi-áridas o subhúmedas, y eso es lo que muchos colegas del gobierno parecen no entender", explicó el funcionario experto en la temática durante la presentación de la materia Políticas Medio Ambientales.
La Desertificación, a diferencia de la desertización, es el proceso causado por ser humano que consiste en la pérdida de fertilidad del suelo y por lo tanto la paulatina extinción de la vida a la que daba sustento. En Argentina, la Patagonia es uno de los territorios más afectados, principalmente por el sobrepastoreo con ovejas mientras que el Norte entraría en el proceso si no se hace algo para detener la deforestación alentada por la producción sojera, para ello tendría que aprobarse en el Senado la Ley para la protección de Bosques Nativos.
Pre-ocupación. La Organización de las Naciones Unidas dedicó el año pasado a la grave problemática y el marzo pasado se realizó en Buenos Aires la V Sesión de Partes para la aplicación la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (ver las coberturas de La Nación, Página 12 y Clarín). A pesar de que la Argentina tiene también su Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAN) (PAN), no se percibe aún una política nacional clara que redunde en hechos y resultados.
Así también lo observó el periodista Sergio Elguezábal en la emisión de ayer del programa TN Ecología: "Argentina adhiere pero no tiene normativas activas" dijo sobre el Día de la Desertificación. En la misma emisión se relacionó el tema con el de los refugiados ambientales, especifícamente en el proceso ocurrido en el noroeste de la provincia de La Pampa, donde el desvío de los ríos Salado y Atuel para la construcción de un dique en Mendoza dejó sin aguas a las tierras y se produjo la migración forzada de la mayoría de sus pobladores.
Para Pérez Pardo, es imposible hacer una política contra la desertificación sin el involucramiento de todas las areas de gobiernos y sin la participación de los actores privados, en una decisión que involucra el modelo de desarrollo para la Argentina. Por ello, dejó algunas reflexiones sobre puntos a discutir en un país donde el 50 por ciento de la población vive en zonas secas, que corresponden al 75 por ciento del territorio.
Soja. A pesar de que el cultivo de soja transgénica es casi el corazón de la economía, el especialista planteó que el país hasta puede estar perdiendo plata: lo que se exporta en potasio, nitrógeno y fósfero, que la soja extrae del suelo, sería mayor a las ganancias, teniendo en cuenta que los productores no devuelven los fertilizantes a la tierra. Por eso, así como las ovejas no son culpables de la desertificación en la patagonia sino que lo son los ganaderos, la soja no es culpable en el norte, y sí lo son los intereses económicos que deforestan los bosques adaptados al territorio y el territorio se vuelve vulnerable.
Biocombustibles. En este tema polémico, para el funcionario significa extraer energía del suelo. Así, hay dos cuestiones que deberían tenerse en cuenta: la primera es que en Argentina se generarían biocombustibles a costa de aumentar las emisiones que generan el cambio climático, porque es necesario deforestar para correr la frontera agrícola, y por otro lado esta producción va a competir con la comida disponible en un país donde existe la desnutrición.
Pobreza. Por todo lo dicho, queda claro que la desertificación produce más condiciones de pobreza, quizás ejemplificado en el caso de las migraciones forzadas, la gente que "es echada del lugar donde nació por falta de recursos, por la degradación de la tierra", expresó Pérez Pardo. En el mundo, están en riesgo 1.200 millones de personas y es África el continente más afectado, porque las poblaciones se quedan sin poder generar sus alimentos que les permiten la subsistencia.
Insustentabilidad. "El suelo es finito", mencionó el ingeniero a pesar de la creencia común de que los recursos naturales renovables son infinitos. Por eso, si no hay una política que incluya el horizonte del desarrollo sustentable para el suelo, en una agricultura y una ganadería más amigables, además de un cuidado en todas las actividades productivas, el granero del mundo se convertirá en un desierto. Y para peor, la desertificación y el cambio climático son dos problemas que forman un círculo vicioso que atenta sobre la vida en este planeta Tierra.
Argentina: Granero del mundo, Pampa Infinita. "Como eslogan para vender está muy bien, pero tenemos que saber que la realidad es otra", aseguró el director de Conservación del Suelo y Lucha contra la Desertificación de la Secretaría de Ambiente Nacional Octavio Pérez Pardo. "La pampa húmeda solo abarca el 25% del terrorio, el resto son zonas áridas, semi-áridas o subhúmedas, y eso es lo que muchos colegas del gobierno parecen no entender", explicó el funcionario experto en la temática durante la presentación de la materia Políticas Medio Ambientales.
La Desertificación, a diferencia de la desertización, es el proceso causado por ser humano que consiste en la pérdida de fertilidad del suelo y por lo tanto la paulatina extinción de la vida a la que daba sustento. En Argentina, la Patagonia es uno de los territorios más afectados, principalmente por el sobrepastoreo con ovejas mientras que el Norte entraría en el proceso si no se hace algo para detener la deforestación alentada por la producción sojera, para ello tendría que aprobarse en el Senado la Ley para la protección de Bosques Nativos.
Pre-ocupación. La Organización de las Naciones Unidas dedicó el año pasado a la grave problemática y el marzo pasado se realizó en Buenos Aires la V Sesión de Partes para la aplicación la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (ver las coberturas de La Nación, Página 12 y Clarín). A pesar de que la Argentina tiene también su Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAN) (PAN), no se percibe aún una política nacional clara que redunde en hechos y resultados.
Así también lo observó el periodista Sergio Elguezábal en la emisión de ayer del programa TN Ecología: "Argentina adhiere pero no tiene normativas activas" dijo sobre el Día de la Desertificación. En la misma emisión se relacionó el tema con el de los refugiados ambientales, especifícamente en el proceso ocurrido en el noroeste de la provincia de La Pampa, donde el desvío de los ríos Salado y Atuel para la construcción de un dique en Mendoza dejó sin aguas a las tierras y se produjo la migración forzada de la mayoría de sus pobladores.
Para Pérez Pardo, es imposible hacer una política contra la desertificación sin el involucramiento de todas las areas de gobiernos y sin la participación de los actores privados, en una decisión que involucra el modelo de desarrollo para la Argentina. Por ello, dejó algunas reflexiones sobre puntos a discutir en un país donde el 50 por ciento de la población vive en zonas secas, que corresponden al 75 por ciento del territorio.
Soja. A pesar de que el cultivo de soja transgénica es casi el corazón de la economía, el especialista planteó que el país hasta puede estar perdiendo plata: lo que se exporta en potasio, nitrógeno y fósfero, que la soja extrae del suelo, sería mayor a las ganancias, teniendo en cuenta que los productores no devuelven los fertilizantes a la tierra. Por eso, así como las ovejas no son culpables de la desertificación en la patagonia sino que lo son los ganaderos, la soja no es culpable en el norte, y sí lo son los intereses económicos que deforestan los bosques adaptados al territorio y el territorio se vuelve vulnerable.
Biocombustibles. En este tema polémico, para el funcionario significa extraer energía del suelo. Así, hay dos cuestiones que deberían tenerse en cuenta: la primera es que en Argentina se generarían biocombustibles a costa de aumentar las emisiones que generan el cambio climático, porque es necesario deforestar para correr la frontera agrícola, y por otro lado esta producción va a competir con la comida disponible en un país donde existe la desnutrición.
Pobreza. Por todo lo dicho, queda claro que la desertificación produce más condiciones de pobreza, quizás ejemplificado en el caso de las migraciones forzadas, la gente que "es echada del lugar donde nació por falta de recursos, por la degradación de la tierra", expresó Pérez Pardo. En el mundo, están en riesgo 1.200 millones de personas y es África el continente más afectado, porque las poblaciones se quedan sin poder generar sus alimentos que les permiten la subsistencia.
Insustentabilidad. "El suelo es finito", mencionó el ingeniero a pesar de la creencia común de que los recursos naturales renovables son infinitos. Por eso, si no hay una política que incluya el horizonte del desarrollo sustentable para el suelo, en una agricultura y una ganadería más amigables, además de un cuidado en todas las actividades productivas, el granero del mundo se convertirá en un desierto. Y para peor, la desertificación y el cambio climático son dos problemas que forman un círculo vicioso que atenta sobre la vida en este planeta Tierra.
Comentarios
Deberíamos tomar un poco más de conciencia de lo que estamos haciendo, y dejar de ser egoístas, porque (la mayoría) de estos problemas se producen cuando 10 empresarios quieren apoderarse de medio país para ganar dinero destruyendo al Medio Ambiente, y cuando cumplen ese objetivo, se marchan y nos dejan las tierras destruidas a todos los habitantes...
Se debería hacer más hincapié en esto.
Muy buen artículo!
Saludos,
Anahí M. Llanes.
Salvemos al Planeta.